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Formas de blanqueo

A ver: hay 715 cargos públicos que se han beneficiado de la amnistía fiscal decretada por Montoro. Setecientos quince apellidos como setecientos quince gusanos de seda que se agitan en el fondo de una caja de zapatos devorando las hojas de morera desde los bordes hasta el corazón. No importa la hora a la que destapes la caja, ahí están siempre los gusanos, blancos y gordos como intestinos sueltos, acrecentando su patrimonio ilegal, preparándose para el instante supremo de envolverse en un capullo de seda y despertar metamorfoseados ya en mariposas a la luz de una amnistía. Los que no entendemos de finanzas ni tenemos cuentas en Suiza, hemos de recurrir a estas metáforas de gusanos y mariposas para entender un poco lo que ocurre en el fondo de las cajas de seguridad de los paraísos fiscales, tan parecidas a las de los zapatos, solo que de acero.

Setecientos quince apellidos de cargos o excargos públicos. De todos ellos solo se ha colado, por un agujerito, el del Rato. Por puro despiste, ignoramos de quién, la oruga ha salido al mundo exterior y ya sabemos lo que ocurre en el mundo exterior. Total, que no le ha dado tiempo a encerrarse en el capullo para completar la transformación. La mariposa redime al bicho de haber sido gusano. He ahí una forma biológica de blanqueo, como cuando lavas el dinero negro a través de una empresa constructora, por poner un ejemplo. Otra metáfora, la de lavar el dinero, porque no hay que entender la expresión de forma literal. No es que sea uno aficionado a las metáforas, es que la realidad te las coloca delante de las narices. Fíjense en el señor que dirige la Agencia Tributaria, Santiago Menéndez, que llega al Congreso con una cartera llena de tecnicismos, como corresponde a su cargo, y al poco se le escapa lo de la «repera patatera», otra figura literaria.

La «repera patatera» significa que hay de todo y de todos, con lo que enseguida advertimos que la expresión tiene doble filo. El filo menos visible es el de la extorsión gansteril: lleva cuidado con lo que preguntas porque puedes aparecer en la respuesta. Nos movemos, pues, en un mundo de sutilezas lingüísticas, que los contribuyentes ingenuos hemos de desentrañar como el que lleva a cabo un análisis semántico. ¡Y sin ser filólogos!

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