Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Julio Monreal

Las fallas se abren (un poco)

Una fallera de 30 años y una niña de fuera de la capital reinarán en 2016. Ésta, Sofía Soler, tuvo que celebrar el acontecimiento fuera de su casa por una norma discriminatoria.

Alicia Moreno y Sofía Soler son ya las falleras mayores de Valencia de 2016 y el mundo de la fiesta celebra su designación. De ambas se glosa su trayectoria en sus respectivas comisiones, su belleza y su simpatía. Además, de la mayor se subraya que es la de más edad de todas las elegidas para el cargo, 30 años, a lo que conviene añadir que el Carnet Jove se puede obtener hasta los 35.

De la niña, destacan las crónicas que es la primera fallera mayor de una comisión ubicada fuera de Valencia. Sabe el lector que además de las 343 fallas de la capital adscritas a la Junta Central Fallera, hay 37 comisiones de Xirivella, Mislata, Burjassot y Quart de Poblet bajo el mismo órgano rector, aunque no parecen gozar del mismo estatus que las del cap i casal. En el día más feliz de su vida, la pequeña Sofía y su familia tuvieron que pedir prestado un piso en Valencia porque ellos viven en Quart, y el ente fallero obliga desde hace tiempo a las candidatas de los pueblos a esperar la llamada dentro del término municipal de la capital. Si hubiera sido de Massarrojos o El Perellonet, Sofía habría podido permanecer en su casa junto al teléfono, a pesar de estar esa pedanía más alejada de la Casa Consistorial que la residencia de la niña.

Pero hay más: durante los dos meses previos al día de San José, las falleras mayores tienen la obligación de residir en Valencia, «por operatividad». Los vehículos que las trasladan de acto en acto las recogen en sus casas, las llevan y las devuelven. Y resulta que Quart y Burjassot están lejos. Sus comisiones cumplen los requisitos para formar parte de la fiesta bajo las normas y reglamentos de la Junta Central Fallera pero sus reinas, cuando alcanzan el rango más alto, como el que ostenta ya Sofía Soler, han de mudarse a la capital para ejercer. No parece eso una situación de igualdad de trato. Aunque ni la niña ni su familia se quejen nunca de esta circunstancia en medio del sueño que están viviendo, sería de justicia remover una traba que suena a discriminación.

Compartir el artículo

stats