Si un torero se casa, España entera se va de boda porque pocos eventos alimentan las porterías de este país como lo ha hecho el enlace de Eva González y Cayetano Rivera. Sin estar invitado, una semana después me encuentro empachado ante la gran ración de chascarrillos servidos en los medios.
Un acontecimiento «blanco» que me recuerda el corazón de antaño, aquel en el que personajes casi divinos acaparaban horas de televisión y portadas, invitando al consumidor a soñar y cotillear sobre los detalles de una raza de famosos que en el presente vive en peligro de extinción. Sálvame mató a casi toda su competencia pero también a las estrellas de toda la vida democratizando la popularidad y destronando a la realeza, nobleza, artistas y otros seres de la alta sociedad. Antes de la revolución rosa capitaneada por Mediaset, hubo un tiempo en el que no existía Corinna, una época en la que Marbella brillaba tanto como la cara de Gunilla von Bismarck o Lita Trujillo en una húmeda noche de verano y donde los cuernos de un conde o un posado en biquini metiendo barriga, generaban más comentarios que un Trending Topic mundial. Todo ha cambiado, ahora la Bordiú baila en televisión y sale con chatarrero, su amiga Isabel vende cremas en El Hormiguero y ser miss ya no significa nada. Los famosos de hoy son más asequibles en todos los sentidos, los sucedáneos son más protagonistas que el original y las señoras que leen el Hola en la peluquería, han dejado de creer en Naty Abascal porque saben que una buena capa de Photoshop vale más que cien estirones en la cara.
Pero con la boda del año, por unos días hemos vuelto al pasado, los programas matinales alargaban su duración para resucitar los cuentos de hadas edulcorados de antaño. Conectaron en directo para seguir los detalles de los ricos y famosos al son de la marcha nupcial. Y el pueblo, Mairena del Alcor, hacinado detrás de unas vallas, vivía el momento excitado, tanto, que cuando finalizó la ceremonia no quedó ni una flor blanca en la puerta de la iglesia?
