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Por fin, el FLA

Por fin, llegó el FLA extraordinario para la comunidades autónomas (CC AA) y vino sin asterisco para la Generalidad Valenciana (GV). Esta noticia, además de ser la garantía de que el dinero llegará en breve, supone una señal de alivio institucional, ya que la palabra dada al president de que el acuerdo no iba a llegar más tarde del pasado viernes ha sido respetada.

Otro año más, la GV cerrará un año recibiendo un préstamo para cubrir el exceso de déficit del año anterior, lo que implica el correspondiente incremento de su deuda. Lo que hace un año era colaboración del Gobierno central, hoy es un episodio más de una presunta estafa a los valencianos. No vale la pena entrar en los excesos verbales que tienden a menospreciar el sentido común de los valencianos. Quédense ellos con sus palabras y entremos en el asterisco.

En la GV nadie las tenía todas consigo a mediodía del viernes. Había disponibilidad de fondos en Hacienda, pero los tiempos y condiciones se ignoraban, incluso no había noticias claras sobre la Comisión Delegada de Asuntos Económicos, que debía reunirse antes del Consejo de Ministros. Con razón la vicepresidenta al ser preguntada, en la rueda de prensa posterior al pleno del Consell, sobre si tenía noticias de la luz verde a la transferencia del FLA, reconoció no tener ninguna información al respecto y hablo de un Consell «esperanzado» que se mantenía a la espera de un Consejo de Ministros como agua de mayo, dado que si no llegaba el FLA se avecinaba una situación «terrible» para los proveedores de la Generalitat o para el pago de servicios sociales. Razonablemente pedía que éste no fuera un mecanismo usado a nivel político porque, en definitiva, afecta a los ciudadanos y éstos «no son privativos de nadie, ni una herramienta electoral». Pocos minutos después vino la buena nueva.

Se esperaba una reacción frente a la situación catalana y existía el temor que ello supusiera un nuevo planteamiento sobre la financiación autonómica de urgencia, que es la razón de ser del FLA extraordinario. La pasada semana uno terminaba su reflexión deseando que en la misma sesión del Consejo de Ministros figurasen junto a la cantidad que necesitaba la GV, los millones pedidos por Cataluña. Ello significaría que el roto entre españoles no habría crecido un poco más y que ello podría indicar la existencia de señales de desbloqueo de la situación. Hoy conocemos el resultado, las cantidades figuran en el mismo acuerdo, pero una (la mayor) viene con asterisco: 1.471,69 y 3.034,84 millones de euros.

El nerviosismo en Valencia no era gratuito, pues las condiciones del asterisco supuestamente adoptadas por la Comisión Delegada del Gobierno para Asuntos Económicos están fechadas el propio viernes. Al final, el resto de CC AA se salvó de la quema. Montoro anunció que las cuentas de Cataluña no iban a estar intervenidas, pero aquella Generalitat no lo comparte. La razón del procedimiento asociado al asterisco era garantizar que el FLA se destine a la prestación de servicios públicos de interés general, dando por hecho que así había sido hasta ahora, apuntando que el gobierno de Mas podría actuar de otra manera tras todo la acaecido. En otras palabras. el uso del FLA para el interés general ahora estaría en riesgo. Una acusación muy seria que en el momento de redactar estas líneas está sin respuesta.

Cuando en Valencia se recibe el FLA como un suspiro de tranquilidad, desde Barcelona es visto na como una especie de insulto; en palabras indignadas de su conseller de Hacienda, Más Colell: «Si quieren colapsar la administración catalana, lo conseguirán».

Con independencia de los sentimientos que albergue cada lector, algún tipo de reacción financiera era de manual y llama la atención que desde Cataluña, aparentemente no se tenga algún plan B preparado. Era tan obvio que este FLA extraordinario iba a provocar decisiones del gobierno, que incluso se temía que la reacción acabara afectando al resto de las catorce CC AA (las dos comunidades forales están en otro rollo cuantitativamente más insolidario).

Hay que mantener la cabeza lo más fría posible y no abusar de tópicos como «líneas rojas», «estafas», etcétera. Desde Cataluña se piensa, no sin razón, pero con exagerada sorpresa que si el control sobre el FLA se debe al proceso soberanista se está «traspasando una línea que no se tendría que traspasar». Es ingenuo pensar que se iba a dar, sin más, un dinero que corresponde a los déficits acumulados en el 2014, procedente de una Cataluña constitucional, a un gobierno en funciones que a en 2015 impulsa una declaración de independencia. Efectivamente, el asterisco es «la condicionalidad que incluye criterios políticos».

El citado Mas Colell reconoce que la cantidad de ese FLA con asterisco está «en la línea» de lo que «nos debían». Y ha atribuido al período pre-electoral el anuncio y las condiciones que desde Madrid pretenden «con esta teatralidad, intentar trasmitir el mensaje fuera de Cataluña y en parte también en Cataluña de que es gracias al Gobierno central que cobran las farmacias de Cataluña; cobran porque los catalanes pagan impuestos a Madrid y Madrid les paga con cuentagotas». Son los mismos argumentos que soportan la afirmación de que «el FLA es una estafa», que sale desde el seno de nuestro Consell.

Desgraciadamente, Les Corts se aprestan a aprobar unos presupuestos que nacen con un déficit parecido al que ha dado lugar a las emociones de estas últimas semanas, las mismas penalidades que vivimos con otro Consell hace ahora exactamente un año. Digo las mismas pero me equivoco, porque la deuda que hoy tenemos es mucho mayor que la que teníamos hace dos años y con los presupuestos de 2016, seguirá este camino, siempre pensando que el Estado entonces se hará cargo de ella. Algo que ya se ha decidido no aceptar con Cataluña: el Gobierno pone condiciones para convertir déficit de 2014 en deuda (¡ esto es el FLAcon asterisco para Cataluña!) a menos que se justifique que lo gasta en lo que el Estado acepte. A partir de aquí, todo este planteamiento depende de que su futuro sea constitucional o independentista.

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