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Hoy puede ser un gran día, o no

Hoy es el día de unas elecciones largamente anunciadas y que nos dejan extenuados. Comicios que alumbrarán un nuevo país, el fin del bipartidismo, la Biblia en pasta y diversas cosas más. Aunque los demoscópatas, seres que cual augures destripando vísceras nos vaticinan el futuro, señalan que hay más indecisos que nunca, que incluso habrá quien decida el voto durante el paseo hacia el colegio electoral. Descifremos, pues, esta ensalada de incógnitas del 20D.

La primera tiene que ver con la filosofía, pues ya Aristóteles en la antigua Grecia enseñó a distinguir entre verdad y apariencia, y a ser consciente de la interacción entre las ideas. Tan es así que hay quien opina que las encuestas solo indican un estado de ánimo nebuloso y cambiante pero que su mera difusión favorece su autocumplimiento. Lo diré más claro: si no hubieran dicho que UPyD no va a sacar ni un diputado seguramente le iría mucho mejor. Se considera un voto perdido.

Y si nos sofisticamos un pelín aprenderemos también a modificar las percepciones de los demás. ¿Qué de qué hablo? De esos simpatizantes de los partidos que se lanzan como posesos a las redes sociales y a las encuestas mediáticas para hacernos creer lo que les conviene: ha ganado fulano el debate, mengano era más atractivo, zutanita es mejor candidata€ Una engañifa.

Luego está la espiral del silencio. Un clásico de la sociología alemana: los indecisos, en su porcentaje más alto, acaban sumándose a la mayoría que sugieren las encuestas y los analistas. Se suben al carro del vencedor, hablando en plata. Pero esta vez, dicen todos, es distinto, puede haber sorpresas€

No sé yo. En cualquier caso, tengan en consideración los avatares históricos de las elecciones en el país. Para empezar, que en los comicios generales hay más participación que en los locales y autonómicos. O sea, que la gente piensa que son más importantes, que es aquí donde se decide la molla, los impuestos por ejemplo, las declaraciones de guerra, también, por más que ahora ya no es como cuando lo de Cuba. A un servidor le parece lo contrario, que nos afecta más por cercano lo que decide un ayuntamiento que de hoy a mañana y sin encomendarse a nadie decide convertir mi calle en una autopista, o la peatonaliza, o me pone un meadero de perros enfrente de la puerta de casa, por no hablar de los gobiernos regionales que administran la educación de los chiquillos, los médicos, las medicinas y los hospitales, y hasta las residencias geriátricas. Fíjense si es importante que por culpa de un calendario de vacunaciones diferente, en unas autonomías han fallecido bebés por la tosferina y en otras no porque se vacuna a las madres cuando están embarazadas.

Lo incontestable, sin embargo, es que se vota más en las generales. En unos sitios más que en otros, por ejemplo en Cataluña, con el diferencial más alto de todo el país. Lo cual va a ser trascendente para su proceso independentista. Ojo, pues, al primer dato de la noche: los resultados en las provincias catalanas son decisivos para saber qué va a pasar en los próximos meses por más que las CUP no juegan a España. Hay quien vaticina que el partido de Artur Mas va a quedar cuarto€

Otra circunstancia de la noche electoral será si se produce, como parece, el fin del bipartidismo: PP-PSOE, derecha-izquierda€ Bipartidismo que todo el mundo da como muy malo, tampoco se sabe bien por qué. De hecho, el bipartidismo como tal solo se asentó desde el hundimiento definitivo del CDS suarista y el declive comunista posterior a Anguita.

Pero sí, las encuestas hablan de la irrupción de dos nuevos partidos, Ciudadanos y Podemos. Si entre estas dos nuevas formaciones logran en torno al centenar de escaños, entonces además del ocaso bipartidista asistiremos al cuarteamiento más homogéneo de nuestra democracia, y eso sí va a ser una novedad novísima, pues la vez que más diputados consiguieron otros partidos al margen de los dos primeros fue, precisamente, en las elecciones constituyentes, las primeras (1977), cuando obtuvieron 67 escaños todos los partidos sumados menos el PSOE (118) y la UCD (165).

Resulta obvio pensar, pues, que esa cuadratura en las Cortes propiciará un juego de pactos que ni una partida de Monopoly, y en el que van a contar factores tanto ideológicos como generacionales, tácticos y, especialmente, territoriales. Las maquinarias mediáticas afines o contrarias afilarán conceptos y desdenes desde la misma noche electoral en una ceremonia habitual de confusión: que si el partido más votado, que si pactos de perdedores, que si son la misma derecha estos y aquellos, que si las izquierdas se juntan o se repelen€

La de esta noche es una velada para buenos aritméticos (y también geómetras, por las sumas de los conjuntos). Olvídense de jaculatorias y sentencias, la cifra clave es 176, la mayoría absoluta que otorga estabilidad a cualquier gobierno español, y hagan sumas a ver si da: PP+Ciudadanos, o Ciudadanos+PSOE, o PSOE+Podemos€ porque no veo el pacto de a tres por ningún lado.

Y atención a los que mirarán por el rabillo del ojo, que son varios. Soraya y Cristina Cifuentes por si se acelera la batalla por la sucesión en su partido (solo si el PP cae por debajo de 125), Susana Díaz por si toma el AVE a Madrid para sustituir al candidato al que le puede perjudicar ser el más guapo, Pedro Sánchez (dimitirá por debajo de 80 o si queda cuarto), todos los cargos de Ciudadanos que hablarán a partir del lunes 21 una vez se aclare el futuro de su líder (salvo que formen gobierno, que se duda, en cuyo caso concejales y autonómicos seguirán más bien callados), los Podemos valencianos que, obviamente, tendrán que pedir tareas de gestión en pueblos y regiones, lo cual le vendrá muy bien a Compromís para apretar tuercas sueltas del Pacte del Botànic. Y cuidadín, claro, con el resultado valenciano entre los socialistas de Puig y los comprometidos de Oltra, a nivel regional y a muchos niveles municipales. Esta noche no todo el mundo va a vivir de generales.

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