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El misteri de Bethlem

Es delicioso leer en la preciosidad de la lengua valenciana del siglo XV lo que aconteció en Belén y que por estas fechas de nuevo rememoramos. Sor Isabel de Villena, clásica de la literatura autóctona, es un vivo ejemplo de ello en su libro «Vita Christi», que escribió en el hoy cerrado y mortecino, por falta de vocaciones religiosas femeninas , Monasterio de la Trinidad.

Se trata de un relato donde hace una interpretación explicación de la vida de Jesús descrita en los Evangelios, mitad cuento, mitad novela, con una clara intención de hacerlos legibles, sobre todo para las gentes sencillas y de pocos o nulos estudios. Como se puede observar, se trata, desde el punto de vista filológico, de un importantísimo banco de palabras, de datos, para nutrir nuestro acervo lingüístico y cultural, por la cantidad y calidad de palabras, por estar la lengua propia en estado puro, maduro, no contaminada como ahora.

Hasta el capítulo 64, la abadesa escritora hija del Marqués de Villena no entra en los sucesos del «misteri de la incarnacio del fill de Deu en Bethlem». Antes hace toda una exposición de magistral didáctica para que fuera entendiéndose lo que iba a ocurrir, detalle a detalle, con minuciosidad.

Comienza por las dudas de José cuando «ecreixent lo Senyor en lo ventre de la sua mare, comença haver sentiment del prenyat de la senyora, e sigue molt alterat ignorant la causa del dit prenyat». José no entendía nada, pues sabía que él no era el padre, y entró en una gran depresión. Un ángel se le apareció y le dijo: «Acceptau, Joseph, aquesta senyora Maria, no solament per sposa, ans per reyna e senyora, car mare esde Deu eternal, e lo prenyat seu es per obra del Sperit Sanct».

Un edicto del emperador hizo que José y María se desplazaran a Belén. Tan pobres eran que tenían «sols un trosellet de bolquerets que la senyora havia filat e texit? anaren son cami a peu ab molt gran treball». Llegados a Belén, José fue a casa de un familiar, pero no les recibieron. Fueron casa por casa y nadie quiso a cogerles. Cuenta Isabel de Villena que se le apareció a la Virgen «la sua amada doncella sancta Pobrea, qui dix a sa merce: Veniu, ma senyora, que yo us he trobat casa tal com lo señor fill vostre la vol».

Le siguieron hasta «una coveta cavada en la roca, en la qual hacia un pesebre hon la pobra gent posaven les sues besties, e trobaren aquí ligats un bou e un ase. José llorando cogió un ramaç» y comenzó a limpiar «aquella raconada hon era lo pesebre. Después ana per aygua a una fotn qui stava aquí prop, e ab unes poques de panses e pa soparen los dos? e passaren tota aquella nit, qui era dinvendres, e lo cendema, dissabte, continuament parlant?».

En el capítulo 65, la escritora entra de lleno en el parto, que ocurrió la «nit del diumenge? acostant-se la mija nit». Se les apareció «lo gran princep sanct Miquel ab tota la cort del cel, que se arrodillaron ante la Virgen María y se pusieron a cantar. E ab aquesta melodía, venint la hora e temps per lo Pare eternal ordenada, ixque lo Senyor del ventre viriginal de la mare sua sens darli enguna dolor, leixantla verge e pura segons David havia prophetat? E sanct Miquel e los altres princeps (Gabriel y Rafael) prengueren lo Senyor prestament perque no caygues en terra, e adoraren sa majestat ab profunda reverencia e presentarenlo a la senyora mare sua».

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