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Julio Monreal

Un modelo económico a fuego lento

El Tribunal Supremo ha colocado esta semana otro clavo, quizás el último, en el ataúd del modelo económico que en los últimos años ha llevado a la Comunitat Valenciana a construir viviendas hasta en algunas cumbres. Esta vez, los magistrados han declarado nulo el Programa de Actuación Integrada (PAI) de Marina d'Or Golf y sus 36.000 viviendas, el mayor plan urbanístico de Europa, previsto entre Cabanes y Orpesa.

Poco a poco han ido cayendo como fichas de dominó las piezas de aquella política de fomento de la construcción surgida tras la liberalización del suelo decretada por José María Aznar. Lo que en sus primeros años generó gran cantidad de empleo, incluso con fuerte atracción de mano de obra foránea, y una febril actividad en las industrias vinculadas se acabó convirtiendo, por su escasa o nula planificación y la codicia de muchos, en un problema gigante que ha dejado honda huella en el territorio y unas cifras de desempleo y destrucción de empresas que tardarán años en recuperarse.

Los gobiernos del Partido Popular llevaron a gala durante años, hasta que la receta empezó a degradarse por la crisis y la corrupción, aquel modelo económico de crecimiento espectacular que permitía financiar otro de los ingredientes del menú, los grandes eventos que ponían a la Comunitat Valenciana en el mapa, hoy bien marcados, como si fueran latigazos, sobre la piel de muchos de sus impulsores políticos y económicos.

Tras veinte años de hegemonía conservadora, la formulación y puesta en marcha de un nuevo modelo económico se presentaba como una de las asignaturas principales del gobierno de izquierdas configurado tras el Pacte del Botànic para la Generalitat. Ximo Puig, Mónica Oltra y el resto del equipo se pusieron manos a la obra y para dejar bien clara su vocación bautizaron una de las ocho conselleries, la que ostenta Vicent Soler, con ese nombre, Modelo Económico.

El nuevo Consell tenía mucha tela que destejer y cortar y muy poco dinero para trajes nuevos. Inmediatamente quedó claro que no se podría hacer casi nada si no había una nueva financiación autonómica, y empezó a vincularse cualquier mejora a medio plazo a la consecución de esta. Sin dinero y con ingresos ficticios no se empezó por el nuevo modelo sino por el rescate de personas, que así había quedado acuñado en la campaña electoral. Volvió la sanidad pública universal, fueron eliminados los copagos farmacéutico y de dependencia, más becas para la enseñanza pública, libros de texto gratis, ayudas contra la pobreza energética y algunas otras medidas han sido aplicadas para hacer frente a las consecuencias de la crisis, que había dejado a decenas de miles de valencianos en una situación que fue definida en los primeros meses del nuevo Consell como de emergencia social.

Además, esta misma semana ha liquidado el ejercicio contable de 2015, y lo ha hecho con un desfase de 4.185 millones de euros, aunque buena parte de ese desequilibrio haya que atribuirla al Ejecutivo saliente de Alberto Fabra y el PP.

Más gastos, pocos ingresos y un modelo económico a fuego lento. Ya en sus primeras intervenciones como president, Ximo Puig dejó claro que la innovación es uno de los puntales de su programa. Una innovación que sirva para fabricar y poner en el mercado productos y servicios de calidad, de valor añadido, no de bajo coste. La necesidad de una reindustrialización marcada por la innovación, la sostenibilidad aplicada a todos los factores de la actividad pública y privada y generar atractivo turístico con base en valores solidarios, ambientales, patrimoniales e históricos compondrían la receta surgida del Botànic.

Pues hay que avivar el fuego. El rescate de personas es imprescindible y repara una situación injusta, pero no crea empleo ni riqueza. A la escasez de fondos para inversiones en la Generalitat se suma desde diciembre la paralización del Gobierno de España a la espera de una investidura . Las ayudas no llegan a la industria ni a la pequeña y mediana empresa; existe ya un Consell de la Innovación pero aún no ha visto la luz la esperada Agencia, pendiente de una ley valenciana específica; en cuanto al turismo, este año será de récord pero no por méritos propios ni nuevos valores sino porque la mayor parte de los competidores está en guerra o genera inseguridad; y en sostenibilidad, al margen del acuerdo de las Corts para revertir el suelo de los grandes PAIs a su estado inicial, tarea para la que no hay dinero, poco más que decir.

No es que se haya hecho poco; es que es necesario actuar más deprisa para no volver a perder el tren. La economía valenciana creció en 2015 un 3,5 por ciento, tres décimas más que la media española, y la previsión para este año se mantiene también por encima del 3 %, gracias al tirón de los sectores agroalimentario, turístico y automovilístico.

Con ese ritmo, es previsible que el empleo crezca y también la recaudación fiscal, animada por la mayor actividad y el consumo privado.

Los gobernantes expertos señalan que en tiempos de bonanza hay que invertir en reequipar los distintos tejidos, ya sean industriales, comerciales o de infraestructuras; y en épocas de crisis hay que diseñar, preparar proyectos para que el retorno de los buenos tiempos no les coja desprevenidos y sin herramientas listas para volver al trabajo. Urge rematar los proyectos y echar a andar, no vaya a resultar cierto que después de siete años de crisis, un nuevo crack empaña el horizonte y amenaza con devolver a todos otra vez al fondo del saco sin haber disfrutado siquiera de un rayo de sol.

Barberá está obligada a ir a les Corts Valencianes

La exalcaldesa Rita Barberá sólo hizo mal una cosa el jueves, en su multitudinaria comparecencia para dar las tan solicitadas explicaciones sobre el supuesto blanqueo de dinero en el ayuntamiento: comparar las Corts Valencianes a las que ella ha pertenecido desde 1983 a 2015 con un tribunal totalitario de la izquierda radical. Puede que la norma solo la obligue a comparecer como senadora (nombrada por la misma Cámara autonómica) en caso de una comisión de investigación. Pero si se niega a ir mañana habrá perdido mucho más de lo que cree haber recuperado con su exposición.

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