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Solteras y casados

La vida te da sorpresas y los realitys están obligados a intentarlo. Como en la canción de Rubén Blades, esta semana dos de estos programas han puesto el punto final logrando que su desenlace no fuera del todo previsible. Algo que siempre se agradece y más en estos casos, cuando la telerrealidad no parece demasiado realista. Porque si en algo son iguales Casados a primera vista y Un príncipe para tres princesas es en lo difícil que resulta creérnoslos, aunque uno se nos presente con base científica y el otro tome forma de montaje hilarante y burlón. En estas ocasiones nuestra credulidad exige a la tele tanto o más que el apóstol Tomás: meter el dedo en la llaga y hurgar en la herida de esa gente que se casa sin haber visto a su cónyuge o que se encomienda a Luján Argüelles para vivir un amor de cuento de hadas.

Independientemente del cuento que le echan a estos formatos supuestamente románticos, Casados a primera vista es más drama que comedia. De las cinco parejas de esta edición, solo una se ha roto sin agotar el mes de convivencia, aunque algunas de las supervivientes han llegado por los pelos al final del programa. Cuando Mónica le recuerda a Pedro que ya no valdrá lo de ser amigos porque «eres mi exmarido» a todos se nos queda cara de póquer. Él ya ha firmado el divorcio de la boda de mentira, como el joven Tito, quejoso a sus 23 años de haberse quedado sin consumar noche de bodas. Al andaluz y la catalana no les han funcionado sus ocho apellidos y el joven dice sentirse «como un delantero del Cádiz: ni un gol». Visto lo visto, la sorpresa es que ellas mantuvieran hasta el desenlace la esperanza de llegar a alguna parte. Sí han llegado convencidos Jonathan, el disc jockey de Benidorm, y su chica. Tras superar la prueba de la suegra, éstos pueden con todo.

Las tres princesas solteras de Cuatro han sido otro cantar, en clave de comedia bufa. La marroquí Rym fue coronada y cumplió, haciendo príncipe al buenazo navarro. Pero fue la única: Yiya resultó otra buenaza y desmintió su discurso de mujer fatal al elegir a su pretendiente hecha un mar de lágrimas, mientras Marta se fue sin ni siquiera elegir. La conga que puso el colorín, colorado no necesitó ayuda del montaje para resultar ridícula. Las caras de tonto de unos cuantos ya eran por sí mismas un poema surrealista.

BERTÍN NO SE CASA. Quien no se casa es el señor Osborne con TVE. El éxito desbordante de En tu casa o en la mía amenaza con irse a otra parte, ante las ofertas de la competencia y las dudas del gobierno en funciones de la televisión pública. Bertín, tan sincero, en esto de la fidelidad no ha engañado nunca a nadie.

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