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Maite Mercado

Parecer más que ser

Como pensaba el amigo de Cornellá de Jordi Évole, el presidente del Gobierno en funciones debía verlo muy mal para adentrarse en territorio enemigo. Pero no, Rajoy lo ve muy bien o, al menos, así quiere que le veamos.

Ni dio titulares ni se esperaban. Su presencia en Salvados era la noticia después de cuatro años de negativas. Todo un tanto frío, en ese jardín, de pie, parados uno frente al otro; el despacho demasiado pulcro, con un ordenador sin documentos en el escritorio y carpetas en la mesa dejadas para ser vistas. En la que ponía Évole no debía haber cifras y datos sobre paro, corrupción o impuestos. Solo unas líneas sobre tácticas defensivas en la distancia corta para parecer un tipo normal, que no puede saberlo todo, que se equivoca como ser humano que es y que, en un alarde de falsa ignorancia periodística, simula ingenuidad acusando al entrevistador de no ser justo y sacar solo lo malo.

Dicen algunos que hizo bien en ir porque salió vivo del combate. En el momento de máxima tensión y cejas fruncidas, no se le recordó que su nombre aparece también en los papeles de Bárcenas. Para que no se escabullera, se ha justificado el «acreditado» presentador. Aunque ya lo había hecho bastante. Demasiadas excusas repetidas como un mantra sin mirar a los ojos.

El fin era salir en la tele, 40 minutos gratis en prime time. Como el Pablo Iglesias más informal, que repitió en El Hormiguero para parecer más humilde y simpático. Esta vez tocó con los timbales la melodía de Juego de Tronos. Casi cuatro millones de espectadores vieron a Rajoy en el primer pase de una sesión doble que seguía con la exclusiva de la filtración de Panamá en El Objetivo. Y ocurrió: por una noche, El Debate de GH VIP no fue lo más visto de la noche.

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