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Quiero ser monja

Es lo peor que he visto en mucho tiempo, de verdad. Y no se lo juraré por nadie, porque ya está bien de utilizar el nombre de Dios en vano. Que ahora las niñas dicen que quieren ser monjas, y va y Mediaset les monta un reality para que toda España vea en directo qué es eso de «la llamada». Y no «la del ahorro» como muchos seguro que están pensado. Lo de meterse a monja no es nuevo, claro está, pero contarlo por la tele y ser trending topic mola tanto que esa gran cadena que es Cuatro no ha podido resistirse. Porque como era de esperar, durante unas cuantas horas medio país ha hablado de estas cinco chicas que dejan su vida para entregársela a Cristo. «Que hablen mal de uno, pero por lo menos que hablen»... Esa frase se me antoja muy válida para el rey de los realities, pero... ¿Y la Iglesia? ¿Qué le ha pasado a la Iglesia?

Prestarse a semejante circo me parece una decisión desesperada para intentar conectar con quien un domingo elige sofá en vez de misa. Vale que ahora La Iglesia de Roma marca que hay que abrirse a divorciados y parejas de hecho, entre otros muchos cambios que sin duda harán más cercana La Casa que se supone que es de todos pero... Ni todo vale, ni eso de renovarse o morir se puede aplicar en todos los casos.

Las burlas que durante las últimas horas está recibiendo un tema tan profundo como es la religiosidad de una persona hace que me apetezca apagar la tele pública y no ver otra cosa que no sean series o películas. Por suerte parece que, a pesar del morbo que despierta el programa, gran parte de los telespectadores opinan lo mismo, a juzgar por la cuota de pantalla que obtuvo la última marcianada de Cuatro durante su primera emisión. A ver lo que dura el programita.

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