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Maite Mercado

"La gente juzgará"

«No me considero un terrorista para nada? ¿Cómo voy a condenar algo que no condené en su día y por lo que ya he pagado?... ¿Matar a un periodista es poner un tema sobre la mesa?», le preguntan. «Desde el punto de vista de ETA, sí». Y muchos más titulares dejó Arnaldo Otegi en Salvados. Le entrevistaron hace un mes en la autonómica vasca, también en The New York Times días antes de salir de la cárcel, pero esta era la primera en una cadena nacional, promocionada intensamente como suele hacerse en La Sexta y amplificada por las numerosas críticas recibidas antes de emitirse; incluso amenazas de muerte hubo en las redes.

Adormecidos por las típicas apariciones en televisión donde solo importa quién va adónde y se quedan, por ejemplo, en un «Pablo Iglesias en El Hormiguero tocó los timbales en vez de la guitarra», las palabras de Otegi remueven. El show y la mera presencia en horario de máxima audiencia suelen estar por encima del contenido, en programas de entretenimiento siempre, pero también en espacios informativos. Amables, dejan que el personaje no conteste, se vaya por las ramas, justifique lo injustificable o incluso mienta. Es la versión plasma más extendida, mucho menos comentada que la de aquellas ruedas de prensa convertidas en un epígrafe en la historia del periodismo español.

También influye la actitud del protagonista, claro. Porque el mismo Évole que estuvo con Rajoy el otro día, habló con Otegi. La diferencia es que este no se esconde. El antiguo Follonero que ya no lo es le hizo las preguntas que tocaban, se le enfrentó a las víctimas, y en ese ejercicio de periodismo, el líder de la izquierda abertzale se mostró cómo es. Podemos opinar sobre lo que dijo, nos repugna, nos indigna o no, porque lo hemos visto.

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