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Sensaciones

Acariciar su lomo despacito, deslizar los dedos sintiendo el tacto a la vez firme y suave, acercar la cara y aspirar su conocido olor? Es la mejor mascota del mundo: el libro. Esta es su fiesta. Y su Feria, donde nos esperan todos: los recién nacidos y los que apetece volver a leer, volver a hospedarlos en nuestra biblioteca.

Hablemos de libros. Aquí tengo uno, divertido y enjundioso, desprejuiciado, original. Porque nadie había escrito una «Historia sexual del Reino de Valencia», y nadie podía hacerlo como lo ha hecho Carlos Recio, a quien sin duda los lectores de Levante-EMV conocen bien y estiman mejor. Doctor en Derecho y en una sapiencia especial que le lleva a bucear en el lado oscuro (para él, luminoso) de las pulsiones elementales del género humano, Recio se zambulle valientemente en nuestra historia, volviéndola del revés, escrutando sus adentros, sacando a flote „son sus palabras„ «el sensible frenesí valenciano que parece dominar nuestras humanas vivencias hasta límites fuera de lo normal».

Desde la Prehistoria y los restos arqueológicos de evidente simbología sexual, hasta alcanzar la aventura amorosa del mismísimo Casanova en la Valencia del siglo XVIII, más de seiscientas páginas componen un friso exuberante y audaz en el que conviven los poetas árabes y el desopilante «Sermó de les cadiretes», y la ubicación valenciana del Paraíso terrenal y el Rey Don Jaime, más conquistador de mujeres que de tierras, a juicio del autor. Todas las épocas están reflejadas a través de hechos y personajes reales (Ausiàs March, el Pare Mulet, los Borja, Joanot Martorell, el célebre burdel/ciudad del Siglo de Oro) y también gente anónima que ha dejado huella con sus costumbres y expansiones carnales en obras de literatos y artistas, para terminar con una hilarante recopilación de refranes autóctonos en torno al juegos sexual. El libro, publicado por Editorial Sargantana con expresiva portada de Damián Cebrián, se enriquece con las ilustraciones de Gabriel Alonso y Luis Martínez Brito. Y Carles Recio anuncia ya una segunda parte de esta singular «Historia», rigurosamente documentada pero sin pesadumbre de seca erudición; en un tono ligero, bañado en burbujeante buen humor.

El contraste es un librito de apenas cien páginas, que condensan la calidad irrepetible de un maestro del periodismo: Julio Camba. De un tiempo a esta parte se suceden las publicaciones que recogen artículos suyos, y es que leer a Camba es siempre un gozo provechoso. Este pequeño volumen se titular «Maneras de ser periodista» y en él, su antólogo y prologuista, Francisco Fuster, ha reunido una serie de piezas publicadas en distintos diarios madrileños, desde 1912 hasta 1959; casi medio siglo de hace real y atrayente la dificultad de lo aparentemente fácil. He aquí algunas perlas: «Nadie lo sabe todo y nadie tampoco lo ignora todo», «El público de los periódicos no quiere genios». Ojalá una pudiera pedir, como él, y con parecida razón: «No me tomen nunca completamente en serio. Ni completamente en broma».

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