Los patrocinadores de la selección española de fútbol comienzan a ponerse nerviosos. Se acerca la Eurocopa y ninguna televisión en abierto ha llegado a un acuerdo para retransmitirla. Solo queda negociando Atresmedia después de que RTVE y Mediaset renunciaran. El ente público no puede, ni debe, permitírselo y a Paolo Vasile no le salen las cuentas. Perdería 15 millones de euros, dice ¿Para qué quiere pagar una salvajada por unos cuantos partidos? ¿Y si encima nos eliminan a las primeras de cambio? Mucho más rentables y seguros son Sálvame y derivados.
Telecinco ha sido en abril la más vista por vigésimo mes consecutivo, a pesar de los millones de espectadores que siguen la Champions en Antena 3. Aparte de pifias varias, como el recién cancelado sin final Top Dance, estos datos deben tener que ver con los perfiles de audiencia, según esos audímetros que están más allá del bien y del mal y de discursos de igualdad de género. El fútbol sigue siendo cosa de hombres y Telecinco es líder entre las mujeres. Y aunque un ministro de cuyo nombre no quiero acordarme se empeñó en que el fútbol fuera declarado por ley de interés general en medio de una guerra entre plataformas digitales y satélites, que ríete tú de Stars Wars, está visto que solo es de interés empresarial.
Si las rebajas o algún milagro no lo remedian, muchos se pueden quedar sin ver a La Roja y sin esas cervecitas en grupo a principios de verano cada cuatro años. Pero siempre nos quedará la campaña. La cadena de los realities no quiere quedarse fuera del circo electoral otra vez y además de entrevistas con Pedro Piqueras y Ana Rosa Quintana, ha ofrecido a los candidatos un debate a cuatro y un cara a cara. Los regates de los políticos no tienen derechos de emisión.
