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Devorador y devorado

Hay que reconocer que los animalistas están ganando la guerra psicológica. La conquista de las almas, el dominio de las palabras: se nota que son más modernos que los tribales, los del hecho diferencial y la tradición correosa (a veces de no más de tres o cuatro décadas atrás). Los fieros partidarios del correbous de Mas de Barberans nos han hecho un favor a todos quienes consideramos que no se debe ahorcar a una pobre galga, al terminar la temporada, por muy tuya que sea. Que las corridas portuguesas son una fiesta de arte y valor sin necesidad de matar al toro. Que se puede correr la vaquilla, pero no clavarle alfileres. Que cualquier cosa que se haga por abrir las jaulas de las gallinas y tener el culo de los gorrinos limpio como una rosa, es un acto de profunda humanidad.

Luego, están los españoles de oficio que son muy fatigosos (y taurinos), razón por la que muchos días me levanto con un profundo amor a México, a Portugal y, por supuesto, a la madre Rusia. Los nacionalistas catalanes, son igual de coñazos: prohibieron las corridas y dejaron los correbous, tal vez porque, a quienes nacieron como Marca Hispánica, les parece menos español. Buenoooo. Yo soy partidario de que cada cual se sienta como le dé la gana, pero construir otro estado no es fácil, ni gratuito, sobre todo si la familia del patriarca nacional es la primera en expatriar capitales, aunque Andorra, habla catalán: no saben el peso que me quitan de encima.

Mi amigo Vicent Ferri me pide un prólogo para su Bestiolari, un honor. Los animalicos me gustan, no lo puedo evitar. Observo los pájaros y hasta soy un poco ornitomántico y considero una atrocidad el parany y comerse cualquier cosa más pequeña que un tordo (pero los tordos están de muerte: la suya). Nada puede existir en el bajo mundo sin depredación (salvo vegetarianos), pero se trata de no causar ningún dolor innecesario, reconocer que somos una sola carne y que no te puedes comer un jilguero por la misma razón que no te comerías a Montserrat Caballé que, por otra parte, me come muy bien, nos quejamos de vicio.

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