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Un acuerdo para sumar

El anuncio de preacuerdo entre Izquierda Unida y Podemos „reconocido como difícil por ambas partes„ revoluciona las elecciones generales a las que vamos a ser convocados. Aunque no se conocían los términos, pero sí en qué radicaban las diferencias de la propuesta de una y otra parte, es presumible que los hayan resuelto, y que ambos hayan cedido en algo, como suele suceder para pactar. Garzón se resistió en la anterior ocasión a ceder terreno y como los números (traducidos en escaños) le fueron adversos ha ido madurando para hacer de la necesidad virtud. Pero a quien más urgía llevarlos a sus listas era a la formación de Pablo Iglesias, por mor de las encuestas que daban una disminución de intención de voto.

El objetivo no es tanto ganar al PP las elecciones „aunque así lo aseguran„ como mejorar su representación y eso es posible sumando el millón de votos del granero de Izquierda Unida. De hecho, el líder de esta confluencia (en Unidad Popular) había conseguido ser el mejor valorando, según la última encuesta del CIS. Su trabajo intentando una unión entre los socialistas y los de Podemos, sentándoles a negocias en una mesa, se vieron bien, aunque quedó en intento y la esperanza duró 24 horas.

Los que saben analizar los resultados de las pasadas elecciones señalan que los restos, que no permitían conseguir representación, sumados, darían hasta 14 diputados más. Garzón reclamaba para los suyos 9 escaños por ello e Iñigo Errejón le habría ofrecido cinco de salida. IU insistía hasta el pasado lunes en que tenían que ser uno cada seis en puestos de salida seguros. Una vez que se voten en ambas formaciones los preacuerdos, el próximo viernes sabremos a qué atendernos.

De esta conjunción o marimonio de conveniencia, como ha sido tildado por otros líderes con los que concurren, saldrían perjudicados en orden diverso el propio PP, han reconocido sus representantes, así como el PSOE, o hasta el PNV. Todo ello si el porcentaje de votación fuera idéntico, sin descontar lo que puede alterar esta suma la abstención (favoreciendo a los dos que vayan por delante, de forma diferente eso sí). O si en cierta medida, y en el sentido expresado por Gaspar Llamazares, no satisface a ambas partes y hay una fuga de votos, lo que es previsible, en una situación volátil (durante la pasada campaña más de un 20 % de los votos se decidió en poco tiempo) y el adelanto electoral no va a ser una copia exacta, aunque el CIS daba que más del 80 % repetiría la misma opción.

Sin duda, este acuerdo, del que veremos las consecuencias en dos meses, va a polarizar parte de la campaña electoral y ya hay quien ha hablado del entierro de IU. Las reacciones han sido las esperables, aunque los argumentos son muy endebles y hasta reaccionarios. Algo así venía presagiándose desde mucho antes. Tania Sánchez fue una adelantada.

Hasta hace bien poco, IU tenía línea directa con Comisiones Obreras, uno de los dos grandes sindicatos de trabajadores, y si la mantiene, eso asegura una fuerza nada desdeñable a la nueva confluencia, cara a confrontaciones futuras en temas sociales y laborables, que sin duda tendrán lugar a la hora de los recortes, por ahora retrasados por Bruselas, para no perjudicar las posibilidades electorales de Rajoy. Y añadirá dificultades a la hora de llegar a pactos para formar un Gobierno tras la repetición de elecciones, algo que va a ser todavía más difícil, digan lo que digan durante la campaña, que será corta, como lo ha sido la legislatura. Al freír será el reír.

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