Después de la final de la Copa del Rey solo espero que Mediaset mejore para la Eurocopa de fútbol. La transmisión del pasado domingo fue un previsible exitazo de público, avivado por la emoción y la prórroga, solo superado por la enormidad de la crítica negativa. No fue el día más inspirado de Manu Carreño como comentarista, cerrando la narración del encuentro con una metonimia chirri: en resumen, que los jugadores del Barça habían «sufrido como perros». ¡Guau! Bonito colofón.
El realizador no ayudó a mejorar las cosas, con repeticiones a destiempo y siendo el único al que no avisaron de que habían levantado la prohibición judicial de exhibir banderas estelades. La polémica previa pareció condicionar la retransmisión, en la que el locutor insistió en editorializar sobre la inconveniencia de mezclar política y fútbol, apoyado incluso por Kiko Narváez en la entrega del trofeo. El fondo con los aficionados azulgranas se vio poco y en planos cerrados. A cambio, el palco nos brindó una estrella inesperada: la mujer de rosa que dormitaba en segunda fila del palco de honor. Las redes sociales la encumbraron durante unas horas, hasta desvelar que se trataba de la señora de Ángel María Villar. Es conocida la afición a la siesta del presidente de la Federación Española de Fútbol, pero lo de su esposa fue un feliz hallazgo que eclipsó a las autoridades.
Esperamos que la retransmisión de la madrileñísima final de Champions hoy en Antena 3 dé menos que hablar. Y confiaremos en el propósito de enmienda de Telecinco y Cuatro para la inminente Eurocopa. Aunque es filosóficamente imposible contentar a los millones de seleccionadores y comentaristas que los juzgaremos desde el sofá.
