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Trabajo temporal

Usar el trabajo temporal como argumento de entretenimiento televisivo parece, como mínimo, de dudoso gusto, por muchos famosos simpáticos que ponga TVE a currar en la ocurrencia. La idea no es nueva ni se lleva al extremo de Paris Hilton, la pija por excelencia, cuando fue a pasar una temporada catódica «trabajando» en una granja norteamericana. Este Trabajo temporal solo dura una jornada pero juega la misma carta: divertir al respetable viendo cómo alguien desciende desde un pretendido estatus para ensuciarse las manos unas horas con un oficio manual. La supuesta bondad de la intención la desmiente el festival de tópicos y los verdaderos trabajadores sospechan desde el primer momento lo que realmente es el experimento: vienen los pijos de la ciudad a disfrazarse de obreros por unas horas. ¡Pues qué risa!

En el primer programa, Santiago Segura ejerció de albañil y se esforzó más en entrevistar a sus compañeros que en poner ladrillos. Con gracia se pueden decir las verdades y, aunque se enorgulleció de ser chico de barrio, le huyó a la pala y el cemento tirando de palique.

Durante la grabación, el cineasta reconoce que el tema de la construcción no le inspira para una película. Y, visto lo visto, tampoco para un programa. Su compañero de reparto fue Àngel Llàcer, enviado a una vaquería para demostrar que las apariencias engañan y que, si hace falta, él se arremanga para quitar mierda o inseminar a una vaca, guante mediante.

Es el enésimo formato que necesita de los famosos para tener un sentido y ni aún así lo consigue. El creador de Torrente cierra el programa así: «Si el trabajo es salud, que trabajen los enfermos». Al 20% de la población activa no le hará gracia.

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