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Respeto de dos direcciones

El debate entre multiculturalismo y supremacismo cultural, que suelen asociarse respectivamente a izquierda y derecha, se agria ante acciones como las del Estado Islámico, pero debería ser reconducido por unos y por otros, para evitar que fracture aún más la sociedad. Nada que se parezca, ni remotamente, a una conversión religiosa o cultural, puede ser impuesto a las minorías, y en los peores momentos es cuando debe afirmarse el derecho de éstas a sus creencias, prácticas y costumbres. Ahora bien, ese respeto debe ser correspondido por dichas minorías con una actitud de tolerancia y respeto recíproca, cuyo contrario es el fanatismo. La siembra de cualquier fundamentalismo, que es el origen del fanatismo, y este caldo de cultivo del terrorismo, debería ser perseguida sin complejos, en nombre de la democracia. Cuanto antes se de con el punto en esta cuestión, mejor será para todos.

El virus. Según expertos en el virus, el yihadismo se puede desarrollar en unos 14 días (caso de Lahouaiej), en cuyo momento ya está uno preparado para llevarse por delante a todos los que pueda, e inmolarse. Son ganas de complicar las cosas, pues, en realidad, se trata de una cepa tan antigua como el hombre, datada ya en su segunda generación; y aún este retraso debido seguramente a que en la primera Adán no podía acabar con Eva, ni Eva con Adán, sin poner en riesgo la estirpe que un día hablaría del asunto por pluma de un remotísimo descendiente (yo). Quiero decir con este merodeo que el asunto de fondo es el instinto homicida, el mismo que acabaría coronándonos como reyes de la Creación debido a nuestra eficacia depredadora. Como ese instinto natural sólo necesita una leve excusa para desatarse, en 14 días de islamismo exprés se pone uno ciego de fe (creer en lo que no vemos) y rienda suelta.

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