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La rendición de Rivera

Lo que hemos visto las últimas semanas en la política española es el juego de aguantar la mirada. Pierde el primero que parpadea. Y ha parpadeado Albert Rivera, que hace una semana abrió la puerta, e incluso extendió la alfombra, a votar la investidura de Mariano Rajoy. Las claves las apuntábamos hace unos días: Ciudadanos es el partido que más plumas perdería en caso de unas terceras elecciones. Rajoy volvería a ganar y el PSOE continuaría siendo el primer grupo de la oposición. Ni Rajoy ni Pedro Sánchez tenían ningún motivo para parpadear. Que lo hiciera el otro. Y el otro lo ha hecho.

El martes de la semana pasada era casi patético observar los esfuerzos de Rivera para no pronunciar la frase maldita: «Votaremos a favor de Mariano Rajoy». No la dijo. Se le entendía, pero no lo dijo. Un periodista le preguntó: «De sus palabras se sobreentiende que...» y él respondió: «Efectivamente». El «votaremos que sí», el «hemos decidido votar a favor», se negaban a salir de su boca, como palabras que queman. El líder de Ciudadanos envolvió su rendición en un tsunami de palabras que provocaría la descalificación en cualquier contienda de debates. El objetivo de este chorro de fraseología de manual era servir de almohada a la confesión que realmente importaba: que el «nunca investiremos» se había transformado en un «hombre, si me lo pides muy pedido...».

Mientras todo el mundo hablaba de la presión a que se estaba sometiendo el PSOE, se pasaba por alto que era a Ciudadanos a quien más le temblaban las piernas. Ha dejado que las cosas fueran como es natural que vayan: la derecha pequeña ayuda a gobernar la derecha gorda a cambio de concesiones que no se confesarán pero que se irán viendo. Las seis condiciones que Rivera anunció como la gran exigencia las puede aceptar el PP con los ojos cerrados. Muchas de las exigencias ya se están aplicando por la pura presión ciudadana. A las otras „la ley electoral, por ejemplo„ se las hará objeto de posterior negociación, y ya veremos qué pasa. Rivera no podía pasar del «nunca» al «manos a la obra» a cambio de nada. Tenía que presentar alguna exigencia.

Ahora empieza la segunda parte: PP y C's no llegan a la mayoría absoluta. Hacen falta seis votos más a favor, o trece abstenciones en segunda votación, o una combinación de los unos y las otras. ¿De donde saldrán?

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