Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La hora del PSOE catatónico

Si el PSOE no estuviera catatónico podría pasar a la ofensiva y cambiar la pelota de tejado. Pero está como paralizado, bloqueado, con toda la musculatura agarrotada, incapaz de moverse, íntimamente convencido de que si no menea ni un hombro, si ni siquiera parpadea o respira, el peligro se irá solo.

Ahora que Ciudadanos ha cargado con la culpa principal, con la ayuda de editorialistas y comentaristas que aplauden su rectificación y renuncian a hacer sangre con la maldita hemeroteca, ahora el PSOE podría tomar la iniciativa y poner tanto a Rajoy como a Rivera entre la espada y la pared. Tendría bastante con ofrecer su abstención a un precio que sus propios votantes consideraran excelente pero que los populares no pudieran aceptar sin desnaturalizarse.

Derogar inmediata y totalmente la reforma laboral, la ley de educación, la ley mordaza, las leyes que permiten multar sin control ni amparo judicial, la reforma de la ley del Tribunal Constitucional, todas las leyes y todas las reformas legales impuestas por la mayoría absoluta del PP contra la opinión general. Rectificar y recuperar todos los recortes de prestaciones, todas las reducciones de derechos, todos los servicios descabezados.

Y todo esto, no como una promesa de Rajoy para cuando sea investido, sino como leyes a aprobar por las Cortes antes de la investidura. Tramitación acelerada de leyes propuestas por los grupos parlamentarios: así se obvia el inconveniente de que el Gobierno está en funciones. El Parlamento, en cambio, está en plenitud de funcionamiento y puede aprobar las proposiciones de ley que le parezca.

Y se podrían ir añadiendo exigencias de aquellas que el electorado progresista aplaude y el conservador odia, incluidas algunas del programa de Podemos. De lo que se trata es de forzar al otro a decir que no o a aceptar cosas que sus electores y sus financiadores no le perdonarán nunca.

Entonces la pelota pasaría al tejado del PP. Tendría que ser Rajoy el que dijera que sí o que no. Si dijera que no, pasaría a ser el nuevo culpable de las terceras elecciones. Si dijera que sí, el PSOE presumiría de haber impuesto su programa.

Ciudadanos ha dado su sí a cambio de medidas que no tocan el hueso de la política conservadora. Ha dejado libre este campo, y el PSOE lo podría aprovechar si no estuviera catatónico, íntimamente convencido de que si no parpadea, si ni siquiera respira, el peligro se irá solo.

Compartir el artículo

stats