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Alfons García03

¡Vaya semanita!

Un ministro en activo presume en privado de que, después de cinco años en el gobierno, aún puede ir a misa sin que le identifiquen. Un logro de incomunicación con el que el Debate de Política General de la Comunitat Valenciana „flojea desde la denominación„ parece dispuesto a competir.

El que se presentaba como gran acontecimiento político de la semana (ha sido el primer debate de estas características con un gobierno de izquierdas después de 22 años) no es solo que haya quedado oculto por dos bombas judiciales como la apertura de la causa contra la senadora Rita Barberá y el sumario del caso Taula, es que ha sonado a intrascendente y a dejà vu.

Basta con reseñar que la gran propuesta que ha saltado las fronteras valencianas fue improvisada y surgió sobrevenida ante el pulso de la exalcaldesa al decidir amarrar su futuro al del Senado.

El Consell de PSPV y Compromís se ha presentado a su primer debate sobre el estado de la Comunitat Valenciana con un puñado de propuestas que había ido goteando en los últimos meses. La principal aportación del discurso del presidente Ximo Puig, que no tuvo su mejor jornada parlamentaria, todo sea dicho -«se le nota desgana hasta para mentir», le zarandeó Isabel Bonig-, ha sido el ofrecimiento de un gran pacto por la educación a la comunidad escolar y a los partidos. Habrá que ver en las próximas semanas si el proyecto gana cuerpo, aunque dado el enconamiento en materia educativa de la oposición y de algunos sectores un acuerdo general se antoja un milagro digno de ser reconocido por el cardenal Cañizares.

A la presidenta del PP valenciano el «canyaret» verbal valenciano le sirvió para tapar durante unos minutos, no más de los que estaba en el estrado, el ruido del alboroto que le estaban organizando en casa, con Génova sacrificando una de sus torres en este tablero de ajedrez (la antes maternal Rita) y la «taula» popular por los aires con toda la vieja plana mayor manchada y algunos de los hasta ahora purísimos diputados salpicados.

Sí de algo sirvió el largo debate de 48 horas fue para colocar en su sitio las fichas de la política valenciana tras el largo verano. Ahora tenemos claro que Ciudadanos ya no ve moderno y «cool» el bipartito y que, en la línea de Rivera, se ha dado cuenta de sus numerosas coincidencias con el PP. Y ahora vislumbramos también qué lejos está Podemos de entrar en el Consell: los círculos no han pasado por el aro y Antonio Montiel se ha quedado preparado para entrar en el ejecutivo pero sin autoridad de las bases para dar el paso.

Que el Parlamento está muy vivo lo demuestran las 952 propuestas de resolución presentadas durante el debate, aunque en realidad no han trascendido más de dos decenas. La votación en bloques provoca además que hasta los mismos diputados tengan dudas de qué están aprobando -que se lo digan a los de Podemos, que menudo lío se montó con su error de madrugada-, así que lo mejor que podrían hacer sus señorías es replantearse esta segunda tediosa jornada del debate. Más valdrían unas cuantas propuestas con sustancia y debatidas como la ocasión merece para marcar los caminos del inicio del curso político. Lo contrario es favorecer que los árboles impidan ver el bosque. Que algunos quedan, por suerte.

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