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Terrateniente busca esposa

El caballero de elegantes modales es un señor hasta en el nombre. Don Luis le llama todo el mundo y hasta el presentador Carlos Lozano se dirige a él de usted. Aunque el programa se titule «Granjero busca esposa» en realidad él es un terrateniente con todas las letras: finca en la Córdoba argentina y un palacio del año de la guerra de Cuba. Con sus modales educadísimos resultaría más adecuado en el jurado de unos juegos florales que en este programa de búsqueda de parejas. Porque, no nos engañemos, esto es lo que es y algunos de sus compañeros sí sacan a relucir sus dotes de tratantes de ganado para evaluar a quienes aspiran a ser su pareja. Se podría criticar por machista si no fuera porque también hay una «granjera», rociera y tan flamenca que incluso se llama Rocío Jurado, como la más grande. Cuando ella, a primera vista, reconoce que «el calvo me pone un poco» otro de los seleccionadores de personal la anima: «El calvo te pega un meneo que te espabila». Al pan, pan. Es curioso que esto de encontrar pareja en televisión resulte hoy tan atractivo, al menos en cuanto a audiencia. A pesar de tanta tecnología y las posibilidades de ligar desde el móvil, estos programas siguen siendo un filón y candidatos no faltan. Es fácil de entender que la gente guapa aspirante al famoseo se apunte a «Mujeres y Hombres y Viceversa», pero no es tan evidente la motivación de tanto personal a la caza de granjeros. Se someten sin pestañear a pruebas dignas de «Humor amarillo», con barro e insectos, al polígrafo o a la vergüenza de la expulsión tras diez minutos de concurso. Y sin embargo hay quien dice llegar a la grabación ya enamoradísima, lanzada que se lanza al cuello a la primera ocasión y hombre maduro que se va llorando a casa tras el rechazo. ¿Son actores? La pregunta corre por los sofás y las redes sociales mientras aumentan el divertimento y el despropósito. La respuesta más probable es que sí, al menos aficionados.

REPRESENTANTES. En esta ocasión no hay granjero ni granjera de esta tierra, pero en pretendientes la Comunitat Valenciana está muy representada, como siempre en estos casos. Una tatuadora rechazada a la primera de cambio, una administrativa besucona, el calvo sexi ya mencionado o un presunto aristócrata alicantino que dice estar emparentado con la Casa de Alba y la realeza. Entre estereotipos anda parte del juego, que para eso la andaluza es salerosa o el vasco Lander del Athletic. Esta edición del programa promete ser un festival de los estereotipos, no solo regionales. La tropa valenciana embarcada en la misión simplemente corrobora nuestra fama: nos va mucho la marcha.

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