Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Rita, no te vayas. Rita, quédate

Desde hace algún tiempo estamos asistiendo a una siniestra pérdida de referentes. Murió Eduardo Galeno. Murió David Bowie. Dejaron de imprimir la Superpop en papel. Una marca de cereales que no me patrocina cambió al oso que tenía como mascota por un mono con gorra. Y ahora, Rita Barberá se marcha del Partido Popular y sufre mil presiones para abandonar su escaño de senadora. ¿En serio ése es el mundo que queréis legarle a vuestros hijos? ¿Un universo en el que no está presente la legendaria Rita?

No, no, no y mil veces no. Me niego. La exalcaldesa de Valencia es mucho más que una política autoritaria, soberbia, excéntrica y acechada por la sombra de la corrupción. Se ha convertido en un icono esencial para varias generaciones. Un personaje clave para entender la cultura contemporánea en todo su esplendor. Si la perdemos, también nos perdemos un poco a nosotros mismos. Quizás podamos soportar su baja en el PP, pero que entregue su acta como representante del pueblo sería una tragedia de proporciones inimaginables. Rita, no cedas a las críticas. Rita, no te vayas. Rita, quédate.

Sin ella, sin su potente y ruidosa presencia, nos veríamos huérfanos de inspiración, como cachorrillos arrojados a una cuneta. Se marchitan nuestros ídolos, se desvanecen los mitos, desaparecen los líderes carismáticos que iluminaban el camino. Yo solamente digo que así es como las sociedades entran en decadencia. Nos despeñamos hacia la anomia, advertidos estáis.

Por lo menos, nos queda el consuelo de que se aferre con uñas y dientes a su escaño de senadora igual que la tenia se agarra ferozmente al intestino delgado. Bendigamos al divino aforamiento que quizás nos permita disfrutar de Barberá por los siglos de los siglos (amén). No será como en los viejos tiempos, pero hay lugar para la esperanza. En su condición de freelance en el Grupo Mixto, aún podrá deleitarnos con algún exabrupto o algún gesto caciquil y dictatorial que nos ponga el corazón contento. Porque, aceptémoslo, nos va la marcha.

Si os soy sincera, tampoco acabo de entender qué mecanismo ético hace que deje su partido, pero permanezca enganchada al puesto que el mismo partido le consiguió. Recordemos que nuestra lideresa perlada está ahí como senadora autonómica elegida directamente por el PP, sin votos ciudadanos ni pamplinas por el estilo. La que vale, vale. Pero bueno, si algo he aprendido en esta vida es que no debemos intentar comprender a las estrellas del rock. Además, los grandes artistas y genios de la Historia siempre se han regido por sus propias normas y no por los criterios de donnadies carentes de talento. A Rita debemos quererla tal y como es, con todas sus pequeñas idiosincrasias, especialmente ahora que ha sido repudiada por sus compañeros de siglas.

Ante este drama postmoderno, solamente hay dos hechos que logran consolar mi llanto. Por una parte, el reencuentro de Operación Triunfo, un nostálgico viaje al pasado, a esa época dorada en la que albergábamos grandes sueños y esperanzas. Mi otra tabla de salvación es la figura de don Mariano Rajoy Brey. Ahora más que nunca. Todo pasa, él permanece. Impasible el ademán, resistiendo, haciendo frente a la tormenta. Ni con agua caliente y lejía se va, eso sí que es compromiso.

Compartir el artículo

stats