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Me encanta España

En las Corts Valencianes hay una señora de mediana edad, o sea aún joven que, como los peces en el río o la tonyina en alta mar, brama y vuelve a bramar de modo que parece de la oposición -la oposición siempre es de izquierdas, la derecha esta instalada en el milenio- y no de un partido conservador cuyos miembros comen cuatro veces al día, una de ellas gamba rayada, y aun les queda para el tenis. Nada que objetar, sólo la falta de correspondencia entre fondo y forma: la señora Isabel Bonig, del PP, se envalentona y levanta la voz como si fuera una humillada y ofendida, de la famélica legión, le van a confundir.

Así pues señora Bonig, calma. El president Ximo Puig -una persona decente- puede reunirse, incluso sin su permiso, con el Dalai Lama o el president de nuestros primos del norte, Carles Puigdemont, por independentista que sea. Más independentista era Flandes -de hecho se salió con la suya- y no objetará, supongo, que hagamos política en Bruselas. México también era un virreinato nuestro que prefirió emanciparse. Por mi los catalanes pueden crear un estado independiente o abrazar el budismo en masa. Quedarán asuntos e intereses de la mayor importancia que hay que tratar con ellos: una buenas y eficaces comunicaciones con Europa, Aragón y el Golfo de Vizcaya que no pasen por Madrid, no hace falta.

Un poco de templanza en la autodenominada moderación. El plan educativo del conseller Marzà se parece a uno de esos restaurante de menú muy variado y, desde luego, no penaliza el castellano. Rodeados de castellano en los quioscos, radio, televisión, teatro y librerías, en la salud y en la enfermedad, sólo desde en encanallamiento se puede sostener que el castellano padezca o pueda padecer alguna clase de problema. Hace un momento, sentado en una terraza vi pasar una señora con un vestido rosa de sevillana, con moño y pendientes de aro, que caminaba a toda prisa sujetándose los faralaes, aunque falte mucho para abril. Los volantes era como una media luna de espuma de fresa derramada desde la curva de su cadera. Esa España, me encanta.

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