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"Todo llega para el que sabe esperar"

Nunca hacer tan poco ha conseguido generar tanto rédito. La espera ha dado sus frutos a Mariano Rajoy, al que ya le vienen mejor una terceras elecciones que la abstención del PSOE

Todo llega para el que sabe esperar», decía el poeta norteamericano Henry Wadsworth Longfellow, del que, imagino, debe ser un ferviente seguidor el presidente del Gobierno en funciones Mariano Rajoy. Nunca, hacer tan poco, ha conseguido generar tanto rédito.

Tras el largo y convulso comité federal que ha terminado, temporalmente, con la carrera a la presidencia del Gobierno del diputado Pedro Sánchez, el antagonista del líder de los populares, las heridas continúan más abiertas que nunca en el seno del socialismo, a pesar de que la gestora puesta en manos de un hombre de consenso como Javier Fernández, dejara fuera a las federaciones más divididas.

La decisión sobre si se han de evitar o no unos nuevos comicios coloca al partido socialista en manos de Rajoy, que tiene la última palabra.

De momento, los populares ya han empezado a dejar caer que una simple abstención de los socialistas que no vaya vinculada a un acuerdo más amplio que garantice la gobernabilidad, no les vale. Quieren una negociación con la gestora del PSOE que refleje acuerdos para que su futuro Gobierno, en clara minoría, no quede sometido a los vaivenes de la oposición.

Mientras, entre los socialistas «críticos» que ganaron el envite con la dimisión de Sánchez „el del «no es no»„, ahora surgen las dudas de quién es el primero que levanta la mano para dar el primer paso hacia la abstención. Ninguno de los que defendió públicamente la necesidad de pasar a la oposición parece estar ahora dispuesto a asumir el coste político de volver a sacar al «ágora» la iniciativa de permitir un Gobierno de Rajoy.

En el PSOE hay temor a unas terceras elecciones por mucho que algunos dirigentes intenten autoconvencerse de que no pueden caer mucho más o que incluso con un candidato sorpresa de consenso podrían remontar algo. Casi el mismo temor a que esos terceros comicios favorezcan un «sorpasso» de Podemos o faciliten al PP un número de escaños que les aproxime a la mayoría.

La abstención, por otro lado, daría un respiro y tiempo para rehacerse a los socialistas, a pesar del elevado coste político que supondría. Evitaría, además, dar aliento a la organización que lidera Pablo Iglesias. Y también sortearía constatar en las urnas si el suelo de los 85 diputados no es tan suelo como sospechan, sino un paso más hacia el vacío.

Sin embargo, esta abstención tampoco garantiza nada a los socialistas y sí puede dar lugar a un escenario aún más complicado. El actual responsable de la gestora, Javier Fernández, que no quiso pronunciarse sobre lo que va a pasar, lanzó ayer un mensaje: «Una abstención no es un apoyo». Una postura que abre fisuras en el PSOE „ya lo advirtió ayer el PSC„ y puede tener efectos colaterales en gobiernos autonómicos de coalición, como el aragonés.

Pero al final, todo depende de Rajoy, que decidirá si escucha el canto de sirena de las terceras elecciones, dando la espalda a la abstención que tanto había reclamado. Ya lo advirtió el poeta.

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