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El lío de la calle Ferraz

Mucha gente anda cariacontecida por lo sucedido en la calle de Ferraz de Madrid, dentro y fuera de la sede del PSOE. Parece que un terremoto les hubiera sorprendido menos que el estallido de la crisis de los socialistas y el enfrentamiento entre los barones y el líder, Pedro Sánchez. Ya tienen la gestora que querían los críticos, como se han llamado, y más bien parece que gran parte del aparato, anterior y actual, ha ejercido su derecho de descalificar y descabezar.

Gadda, el genial escritor italiano, tiene una novela que se titula Quello pastizaccio bruto della via Merulana (La chapuza). Y por lo expresado por algunos representantes acreditados, como Borrell, era como un «golpe organizado por un sargento chusquero». Pero han logrado sus objetivos y se lo habían planteado desde hacía tiempo y la campaña estaba bien orquestada. Macbeth sabía que el bosque se movía para asaltar el castillo?

A la perplejidad generalizada (y muchos celebran el acto) se añaden las incógnitas pendientes, que son las que pueden justificar el acto y que se habrán de desvelar en pocas semanas, dado que las fechas para poder celebrar las terceras elecciones generales apuntan a finales de octubre para que pongan las cartas boca arriba.

Son mayoría quienes piensan que lo han hecho porque van a cambiar de postura y abstenerse en caso de repetirse la investidura y dejar gobernar a Mariano Rajoy un tiempo (¿cuánto?). También los hay que creen que ahora lo tienen pero tanto para ceder y humillarse con descrédito como para ir a esas elecciones divididos, con un nuevo candidato y una sola semana de campaña. Un dilema político y moral que les hace llegar tocados, tanto si eso es para ahora mismo como para un futuro, tras un congreso, que voluntariamente han ido retrasando.

Ha sido curioso ver como primero era Sánchez quien no quería celebrar el congreso en la fecha que debía y ahora han sido los oponentes quienes votaron en contra de celebrarlo. Y tampoco iban a querer unas primarias ya. Este doble miedo a que los militantes se expresen nos hace pensar en que no las tienen todas consigo, sobre todo para esa convocatoria que elija secretario general otra vez.

Unir, recomponer, zurzir o «coser» va a demandar mucho arte, mucho esfuerzo. Todos se reclaman de pacificar y emprender la tarea sin encono. Pero los dos «bandos» que se han opuesto no creo que se calmen de pronto. Me apunta un amigo que las razones de unos y otros no acaban de convencer y que parecen contradictorias con su situación personal y política. Hay otros factores no desvelados, que no se limitan a querencias personales. Y que un día saldrán a la luz.

Un PSOE metido en un lío demencial y debilitado es un regalo para el PP o Podemos, pero no precisamente para la democracia. Tras la aparición de los nuevos partidos, esta crisis socialista revela el calado de la brecha abierta entre sociedad y partidos. La representación de la voluntad popular queda en entredicho.

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