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Racismo con colores

A la vista de cómo van apareciendo en Europa y fuera de ella (en Inglaterra y Estados Unidos) dirigentes políticos que más que en el Gobierno deberían estar en una fiesta de Halloween en calidad de máscaras terroríficas, es hora de que consideremos si Hitler fue un sarpullido letal, un brote psicótico que hay que dejar atrás, o, visto lo visto, que el pobre Hitler sólo fue un dirigente prematuro que llegó demasiado pronto, un protomártir. Los ciudadanos de Los Ángeles o Portland tienen todo el derecho del mundo a manifestarse contra Donald Trump porque no les gusta, pero no pueden alegar imposición o pucherazo: su elección fue limpia por lo que parece y más sospechas de fraude hubo en el caso de Bush Niño.

Dice Beppe Grillo, el humorista metido en política (en Italia: ahí hay que ser humorista y de los buenos), que en Estados Unidos «han pasado del negro al naranja», pero ni Obama era muy negro (un mulato claro), ni Trump tiene el precioso naranja de Garfield, ya quisiera, sino el amarillo moco de su estilo bocazas. Como en el reality nada es verdad o mentira y el guión se reescribe sobre la marcha según el share, asistiremos a más de una caída del caballo (Dios me perdone, pero ojalá se descalabre) y a conversiones prodigiosas. Ahora y pese a ciertas excepciones, Europa toma tonalidades pardas: en la Polonia de la presidenta Beata (se llama así, lo juro), en la Hungría de Orban, en la Francia de Le Pen y en el imperio de opereta de Farage. Aparte los países del norte, y de más al norte, de Europa donde ya han sentado más de un fascista a su mesa gubernamental.

Hasta en Israel, que no fue producto de una utopía ilustrada (aunque sufrió más que nadie el fascismo), pero que los ilustrados aceptaron como mal menor, parece inamovible el animal de Netanyahu, un tipo que convertiría a Rajoy en alguien de izquierdas. No esperen desfiles de antorchas ni taconazos militares en la nueva política racial. Trump invitará a bailar a Beyoncé y será un éxito en las redes, mientras que algún ministro holandés presentará a su novio marroquí en sociedad. Pero si eres negro congo o moro sin cualificar, mejor no te cruces con gente armada.

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