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Techos y suelos

Hablemos de techos y suelos, electorales, por supuesto, que los otros suelen ser más firmes y previsibles. Los interinos han sentado plaza y se aprestan a continuar lo que hicieron en la interinidad: gobernar aplicando su programa de la manera a que acostumbran, esto es, desde la perspectiva del pensamiento neoconservador por no llamarlo por su nombre, reaccionario. Por su parte, los gobiernos más o menos plurales de comunidades autónomas, ayuntamientos y diputaciones bregan entre perplejos y resignados desde mayo de 2015.

Perplejos, ante la fragilidad de coaliciones, alianzas o gobernabilidades a que no estaban acostumbrados aunque algunos de sus líderes lo olviden o pasen de puntillas sobre el tema. Andalucía que se propone como modelo de éxito el socialismo gobierna con el beneplácito de uno de los emergentes; en Extremadura, Castilla-La Mancha, Aragón y demás lo hace con geometrías variables merced a otros emergentes de izquierda. Resignados durante los largos meses del interregno del PP, que no ha impedido a los ministros de Hacienda, Administraciones Públicas, Educación o Fomento, fustigar a gobiernos autónomos y ayuntamientos con tutelas, ukases, recortes de los recursos comunes, con la amenaza de la no financiación.

A quienes se ha calificado de manera amable de perplejos y resignados, además, entre aterrizaje más o menos suave e interinidad gubernamental, les queda poco tiempo, apenas dos años. Mayo de 2019 está a la vuelta de la esquina. Todos tendrán que espabilar si quieren recuperar el retraso. Unos más que otros, por supuesto. Los interinos no han cejado en sus empeños, confiados que el tiempo, como así fue, era su aliado. Con sartén y mango tendrán que cuidar algo más las formas pero no olvidemos que nuestra arquitectura constitucional y jurídica ampara considerables parcelas de poder y de su ejercicio en manos de los cocineros gubernamentales, además de conservar la llave en forma de disolución de las Cámaras, nada descartable.

A este hecho se agrega para las Administraciones autonómicas la espada de la financiación, con un filo constitucional y europeo de límite de déficit y otro de tope de gasto, agravado más todavía en el caso de las corporaciones locales. Una espada que, por supuesto, esgrime con energía el Gobierno con el doble amparo de la reforma constitucional de 2010, las leyes de sostenibilidad de 2012 y 2013, y la ortodoxia europea. Los golpes de esta espada recaen en primer lugar sobre el conjunto de la ciudadanía, agobiada por el austericidio, menguada en sus expectativas en mayor medida cuando las Administraciones a las que recurre en primera instancia para la salud, la educación, los servicios sociales, son víctimas de las restricciones. La confluencia de la merma de servicios públicos y agobio ciudadano amenazan los efectos de una recuperación económica en su traslación efectiva al consumo interno, y con ello al crecimiento de empresas y creación de empleo digno.

Por su parte, el tema pendiente de la Constitución de 1978 es el reparto del poder territorial, bajo el principio europeo y razonable de proximidad y subsidiariedad, además de abordar de manera franca y decidida el tema de las singularidades manifiestas que solo un nacionalismo estatal se empecina en obviar de modo obcecado.

La ausencia de una cultura de coalición en nuestro caso genera no pocos inconvenientes. Para los acostumbrados a la comodidad de las mayorías absolutas parece que se les antoja provisional, algo que en la próxima convocatoria electoral autonómica y local, volverá por donde solía. Pues bien, la pluralidad llegó para quedarse. Los llamados emergentes no parecen tener ningún interés en colaborar en dejar volver a las andadas a quienes pensaron que en vez de ganar elecciones habían ganado oposiciones. Es más, en algunos casos en que se invoca el relevo generacional como en el campo socialista, todo parece indicar que los nuevos vienen con la mochila atestada de viejos hábitos y costumbres. Como le ha sucedido al PP, por cierto. Un viaje que puede conducir a la irrelevancia en un caso, y en otro, con la mesa mejor provista, es decir con el Gobierno, a la espera de las migajas y a que en efecto, pasados algunos bochornos vuelvan al redil los electores avergonzados.

De Washington a Moscú, pasando por Londres y Berlín, a la espera de París, mañana Roma y Viena, por no citar la larga lista de Estados integrados en ampliación de la Unión Europea hacia el este, la oscuridad parece haber caído sobre el hemisferio norte. Entre nosotros, una amplia base social, organizaciones empresariales, sociales y políticas, provincianizadas, aceptan la subalternidad. Como pauta y solución, estar a buenas con Madrid „Gobierno y sedes centrales de partidos, sindicatos al amparo de la buena nueva del viejo conservadurismo global„ en unos casos convencidos como la derecha y en otros conversos como alguna izquierda.

Sin ánimo alguno de profetizar, y menos de advertir „como hacen algunos jubilados servidores del nuevo orden económico y social„ que al autor se le dan mal las profecías por ser descreído y las advertencias por innecesarias, resulta razonable suponer que la salida del laberinto orgánico e ideológico del socialismo tomará su tiempo. Pese a los beneméritos esfuerzos institucionales de sus representantes, la correspondencia electoral no da pie a alborozo alguno. El crecimiento de las formaciones coligadas en la autonomía y los ayuntamientos corren el riesgo de lo institucional y la banalización de algunas propuestas o gestos que no consiguen penetrar, más allá del éxito mediático siempre efímero, en la masa vulnerable de la ciudadanía, ahora subyugada por la confortabilidad de tener Gobierno „éxito indudable de la comunicación mediática„ y agobiada por las estrecheces que le procura este mismo Gobierno.

El previsible retorno de parte de las deserciones del PP podría proponerse alcanzar el objetivo de recuperar el poder político, que el otro ya lo tienen, y en consecuencia la izquierda progresista constituir un paréntesis más breve que el de 1979-1995. Ni lo deseo, ni por supuesto contará con mi voto la grey neoconservadora y reaccionaria. Por cierto, coloque el avisado lector techo y suelo donde mejor entienda.

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