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El futuro pasado

No sé si la paella es también Patrimonio de la Humanidad o, tan solo, Suculencia del Paladar del Género Humano, ya que hemos sacado a pasear a las mayúsculas. El caso es que la paella no es inmaterial como los cánticos o las danzas que acompañan una celebración, ni tampoco inmueble, a veces el grano sale duro pero sería temerario usarlo como material de construcción. Como bien mueble, apenas rematada, la paella empieza a molestar y sólo en un breve margen de tiempo cumple su función: el que va de su salida de las brasas a su enfriamiento casi completo. Digo brasas no porque rechace el gas butano, es que el ahumado siempre es un plus de sabor, no hay que ser una eminencia para verlo.

Eso sí, el día menos pensado alguien propone criogenizar todas las paellas del planeta cualesquiera que sean sus ingredientes y modo de preparación, a ver si la ciencia del futuro dictamina, para quitarnos un peso de encima, si es procedente mezclar el pollo y el calamar, si puede o no llevar ajo, pimentón o pimiento morrongo (o las tres cosas). O si los caracoles son una herejía o una deliciosa perversión pues decía Julio Camba que comer caracoles se le tuvo que ocurrir a un muerto de hambre más que a un gourmet. En hablando de paellas, patrimonios y congelaciones, la paella no sólo molesta cuando ya esta hecha y hay que comerla, sino aún después cuando, ya liquidada, se convierte en una asombrosa tarea pendiente. El estropajo puede esperar.

Incluso limpia, aceitada y protegida por su preservativo de plástico no da facilidades para estibarla. Ya dije que la paella tiene problemas taxonómicos: no es inmueble, ni inmaterial y como mueble es, como mínimo, peculiar, por lo que no me extraña que algunos quisieran matar al cocinero Jamie Oliver por echarle a la paella chorizo: para una vez que casi nos habíamos puesto de acuerdo en depurar una cosa „en vez de hacerla más barroca, que es lo que de verdad nos mola„ llega el pasado y nos recuerda que desde Pardo Bazán a Joan Perucho la paella ha llevado de todo, aunque casi nunca hígado de concejal. Menudo futuro.

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