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El parto de los presidentes autonómicos ¿ni federalismo, ni recentralización?

Han sido tantos los años aguardando un nuevo método para hacer frente al problema de la financiación territorial del Reino de España, que ha resultado descorazonador conocer el ratón que Rajoy y los Presidentes de Comunidades Autónomas (CC AA) parieron el martes en Senado. Pertrechados con todas las banderas y usando la figura del Rey, hicieron una especie de ejercicio de autismo, ignorando conscientemente la actual infactibilidad de muchas CC AA, incluida la nuestra. La sensación que queda es el dibujo de un grupo de políticos superados por la historia. Tras la foto, todo quedó en recurrir a un grupo de expertos, para que elaboren un nuevo «kit de porcentajes de reparto» para distribuir lo que el Estado recaude. ¡No es hacer política, que unos expertos decidan los montantes de los gastos fundamentales del estado de bienestar!.

Aquella fue una reunión de constitucionalistas, mejor dicho de bipartidistas continuistas. Mas allá de mostrar los victimismos correspondientes, los resultados fueron obviedades: ¿Quién se iba a negar, a un pacto contra la violencia de género (otra aportación del bueno de Puig)? ¿Cómo decir no de entrada al pacto educativo o la coordinación en protección civil?. Ni una sola palabra sobre una nueva forma de concebir la financiación.

Teniendo entre manos un material muy delicado, todos los presentes en el Senado se pusieron de perfil. Empezaron hablando de un dinero que no existe y luego entraron en fase de celos con el dumping fiscal. Ningún coraje colectivo para reconocer que sin recaudación y con agravios entre CC AA, la situación actual no es viable. Pretenden seguir con un modelo que vincula su parte básica a los llamados gastos del estado de bienestar, hace que las CC AA sigan siendo un simple mecanismo descentralizador especialmente caro y propenso a corrupciones como las vividas. En otras palabras el conservadurismo mostrado, en la reunión de marras, acaban dando razones a quien piensan que puede ser mejor descentralizar dentro de lo que la Constitución pueda permitir. El martes todo se redujo a esperar que milagrosamente aparezcan unos recursos que supuestamente resolverán tanta injusticia denunciada.

Realmente desmoralizador fue constatar como el President Puig, tan superado por la situación de nuestra Generalitat, no planteara ningún sistema realmente nuevo y distinto al actual, que supere el mecanismo basado en un Estado que recauda y luego reparte. Tan alejado esta el Consell de una solución alternativa que sólo habla de repartos y de deudas históricas, tan propias del histórico victimismo valenciano. Ello explica que el martes siguiera con el único empeño de revindicar un reparto mas favorable sin aportar idea alguna nueva.

Ante la falta de ideas de los gobiernos autónomos no forales implicados en la financiación autonómica (a la que la Generalitat Catalana no asistió) uno, después de haber estado cinco semanas escribiendo sobre «El inevitable golpe a los valencianos del Referéndum de JxSi», Ha decidido usar sin mayores cautelas una palabra próxima, referida a algo muy querido y respetado por muchos, Cataluña, una tierra y unas gentes incompatibles con las fronteras que JxSi propone levantar al Sur del Senia.

No sin alguna razón, muchos valencianos alimentan la sospecha de que la demanda identitaria catalana puede servir como na especie de amenaza para conseguir una mayor parte de la tarta del reparto autonómico. Si nos mantenemos en este apriorismo moral, el futuro de lo que hoy conocemos como España no será posible, ni siquiera dentro de Europa. Llevamos demasiado tiempo preocupándonos por el injusto reparto horizontal entre CC AA. Una vez ajustada la organización y competencias de todas ellas a un mismo patrón, similar al que rige en los Estados federales, Rajoy no fue capaz de proponer una reforma de la Constitución, que incorporase algunos principios y reglas propios del federalismo, de los que ahora carece. En el límite, considerando que la federalización dificultaría la solución de las reclamaciones de las nacionalidades históricas, podría haber hablado de mejorar el régimen actual sin variar el modelo.

Rajoy una vez más, ahora con un coro de presidentes de CC AA, fue incapaz de rearmar a la gente con nuevas ilusiones, aunque existen propuestas insistentes, con buenas razones y creciente unanimidad por los especialistas de cualquier ideología. Estas son utilizables para consensuar una gran reforma, que mejore lo establecido, recree la legalidad constitucional y fortalezca las instituciones.

Aquellos que no albergamos simpatía alguna por el independentismo de JxSi, no estamos exentos de escuchar y analizar, lo que algunas buenas cabezas, residentes en Cataluña y Baleares plantean ante el fiasco del actual modelo autonómico (algún eje mediterráneo esta funcionando al margen de la Comunitat). Con razón , después de la experiencia habida, afirman que lo único creíble parece pasar por un verdadero pacto federal con una asignación clara de los recursos existentes, de manera que una buena parte de los impuestos que los ciudadanos paguen en su territorio se asigne a las instituciones que los representan en este territorio. Un sistema muy alejado de la lógica actual basada en transferencias de un Gobierno central que, con la única restricción de un cierto modelo de reparto, tiene la soberanía sobre los tributos de los ciudadanos de todas las jurisdicciones. Parece que el Estado siempre pueda distribuir como crea conveniente, según necesidades de las CC AA, que ha llevado a la nuestra al paroxismo de gobernar insultando a Montoro y de presupuestar ingresos virtuales.

Va a ser muy peligroso seguir repartiendo no en función de la capacidad fiscal de cada una de las regiones, sino en función de les necesidades que el estado estima para ellas. Fiscalmente no hay valencianos sino españoles que aquí viven. Una situación diabólica pues algunos tenemos problemas constantes para compatibilizar nuestra condición de valencianos y españoles. La financiación de las CC AA no puede seguir siendo el único mecanismo que nivele a los distintos territorios del Estado. Después de años de funcionamiento del reparto, las diferencias entre ellas no se han resuelto, por lo que deben existir otras razones que expliquen estas tozudas desigualdades.

Hay mecanismos a considerar para delimitar el terreno de juego, como una especie de cláusula suelo que disuada al gobierno de turno de cualquier tentación de instrumentalización, o bien limitar la nivelación horizontal con una regla consistente en entregar a un fondo común la diferencia entre la recaudación fiscal de la renta de aquel territorio o jurisdicción y el peso relativo de su PIB. Son vías que tratan de superar la estimación de necesidades, que ahora ejerce el gobierno central y que no han logrado la confianza y lealtad de muchas CC AA que, por otro lado, durante años han sido financieramente irresponsables.

Rajoy, Puig y demás Presidentes, aclárense: Federalismo o Recentralización.

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