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El coste social de los parados

La última Encuesta de Población Activa (EPA) ha dejado datos positivos sobre la evolución del empleo. El descenso del paro a niveles de hace siete años es indiscutible, a pesar de las preocupantes sombras que proyecta en forma de contratos temporales y a tiempo parcial en sectores de baja productividad.

No obstante, apagadas las felicitaciones desde gran parte de los sectores políticos, sociales y económicos, con las lógicas cautelas, claro está, es necesario hacer una reflexión sobre una cuestión a la que no se le ha prestado mucha atención en esta última EPA: el paro de muy larga duración.

Tenemos un problema muy serio, cronificado o estructural, como se quiera llamar, que supone un serio quebranto en la estructura social. Estamos hablando de casi 1,8 millones de personas „cuatro de cada diez„ que llevan más de dos años buscando empleo, que en gran parte de los casos han agotado la prestación económica por desempleo, e incluso el subsidio de 400 euros, y que tienen, de media, entre 45 y 59 años de edad.

A pesar de que en este último trimestre la cifra de estas personas sin empleo ha seguido reduciéndose „muy lentamente, eso sí„, la capacidad de absorción de este colectivo por parte del mercado laboral actual es enormemente limitada. De hecho, un reciente informe de Adecco e Infoempleo indica que únicamente el 4 por ciento de las ofertas de trabajo se dirigen a estos hombres y mujeres, cuyo nivel de formación no ha pasado en la mayoría de los casos de educación primaria o del primer ciclo de secundaria.

La reconducción de estas personas hacia el mercado laboral debería de ser prioritaria, porque en la mayoría de las ocasiones, sus ingresos suponen el sostén económico de los hogares. La formación hacia sectores en los que hay demanda de empleo, la orientación personalizada y el seguimiento hasta la inserción laboral debería dejar de ser un elemento residual para cumplir con el expediente y convertirse en la piedra angular, junto a una política fiscal adecuada para facilitar su contratación.

A estas alturas del partido no podemos permitirnos más pérdidas sociales, porque la lista es larga, intensa y dramática. Hemos dejado tirados por el camino a una generación de jóvenes, los que apellidamos «ni-ni» , «generación Y», «millenials». Hemos convertido a este colectivo, el mejor formado de la historia, en más de un millón de jóvenes machacados por el desempleo y la falta de expectativas „2016 se ha cerrado según la última EPA, con cerca de 700.000 menores de 25 años parados„. Y lo que es peor, dejamos por primera vez a una generación condenada a vivir peor que la anterior.

Por no hablar del revés de las clases medias. La Fundación BBVA y el IVIE nos recordaban este pasado verano que la crisis económica ha expulsado a tres millones de españoles de la clase media a la baja.

¿Estamos dispuestos en estas circunstancias a asumir también el coste social de 1,8 millones de desempleados mayores de 45 años?

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