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Maite Mercado

Muchos dientes, dientes

«Para mí la limpieza es fundamental», decía una Isabel Pantoja condenada por blanqueo de capitales, pero no hubo chiste fácil. Todo estaba pactado en «El Hormiguero» del lunes que no siguió el esquema habitual y cerró con actuación en directo con orquesta para lucimiento de la tonadillera de rojo esplendoroso. Fue la manera que tuvo Pablo Motos de apoyar la cultura porque «un país culto debe cuidar a sus artistas».

Antes, de negro de los pies a la cabeza, en una entrevista grabada por si acaso, para evitar imprevistos -no imaginamos cuáles si todo estaba medido-, la cantante intentaba parecer simpática, sobre todo con Trancas y Barrancas, a las que besó muy efusiva y a las que concedió una rueda de prensa con las mejores preguntas de la noche. Porque todo quedó en un «cómo te encuentras después de estos años». Dos años «difíciles, intensos, dolorosos», de los que está tratando de salir «psíquicamente» gracias a su trabajo y a gente como Pablo, «que me adora» -no la quería tanto cuando cantaba aquel ´Rap de la Pantoja culpable´. Y pasamos a hablar de su madre, de los que se fueron y de su compadre Juan Gabriel, o sea, del disco, acabado cuando salió de ese lugar de cuyo nombre no quiere acordarse. «Cárcel, cárcel, ese sitio se llama cárcel», escribían tuiteros furibundos. No faltó su hijo Kiko con llamada telefónica ´sorpresa´ y con la nieta viéndola: «Te amamos, nos sentimos súper orgullos de ti».

La expectación en el ´sector´ era tal que los principales páginas especializadas en televisión siguieron la entrevista minuto a minuto, como en las crónicas deportivas. Decepcionante, dicen, aunque qué esperaban. ¿Conocer su rutina en la cárcel, cómo ha vivido compartir duchas con otras presas como si de un personaje de «Vis a Vis» se tratara? ¿O escuchar su opinión sobre su ingreso en prisión «de forma ejemplarizante»; si cree que la justicia es igual para todos; qué pasará con Rosalía, la mujer de Bárcenas o con Cristina de Borbón? Habría que rebuscar mucho en la hemeroteca para encontrar algún titular periodístico que no sean sus declaraciones en el juicio del caso Malaya cuando afirmaba ser ella quien mantenía a Julián Muñoz. Pero este programa no es el «El Objetivo». Tampoco el «Deluxe», por eso fue gratis. Solo hubiera faltado que encima le pagaran por anunciarse. Ella reaparecía como ave fénix de sus cenizas para vender su disco y Motos batía su récord de audiencia. Propósitos cumplidos.

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