Somos los hombres y las mujeres más iguales o al menos nos hemos dotado de las herramientas para serlo en estos últimos diez años? Buena cuestión para plantearnos ahora, que se cumplen diez años de la aprobación de la Ley Orgánica 3/2007, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres. Obviamente, la respuesta debería ser que sí, que estamos en el camino, pero la realidad es otra y es dura.

Esta ley nació ambiciosa y venía a desarrollar el principio de igualdad más allá de la Constitución Española, ya que pretendía que los derechos y deberes de unas y otros, y que las actuaciones de los poderes públicos y de los sectores privados, estuvieran presididos por el principio de igualdad y por la eliminación y corrección de toda forma de discriminación por razón de sexo.

Por eso, cuando nos hacemos esta pregunta y miramos a nuestro alrededor, vemos que lamentablemente a día de hoy, las discriminaciones, directas o indirectas, por razón de sexo no han desaparecido. Y no solo eso, sino que se han agravado desde la aprobación de la reforma laboral del Gobierno del PP. De hecho, desde la misma, las mujeres y los hombres encontramos obstáculos para ejercer la corresponsabilidad y la conciliación de la vida laboral, familiar y personal, perpetuándose de esta manera las desigualdades que la Ley de Igualdad pretendía eliminar.

También suspendemos en cuando a la prevención de los acosos sexuales y por razón de sexo en el puesto de trabajo. Y es que lamentablemente estos se han incrementado, y además han sido empleados en ocasiones, con la excusa de la mal llamada crisis, para fomentar que la persona trabajadora afectada se fuera de la empresa de manera voluntaria. ¡Todavía estamos en esas! Y no hay que mirar muy lejos para encontrar casos así que nos sonrojen.

Pero ahí no quedan las cosas, ya que las cifras hablan por sí solas cuando nos referimos a otra discriminación cien por cien vigente de la que es indicador la brecha salarial. Brecha que a nivel nacional es de un 23,25 % y en la Comunitat de un 25,42, cuestión que ya se ha denunciado hasta la saciedad este 8 de marzo y que implica que las mujeres dejan de percibir al año, de media en la Comunitat 5.968,05 euros.

Por todo ello podemos decir alto y claro que tenemos una ley orgánica como la Ley de Igualdad, que no se está aplicando y esto es por falta de interés político que se traduce en falta de dotación presupuestaria. Además, para acompañar esta ley sería necesario contar con otra de igualdad salarial que no llega. Y es que solo así podríamos decir que sí, que en este país se trabaja por la igualdad real y efectiva, no por el postureo de una ley metida en un cajón.

Este es el camino, así y exigiendo planes de igualdad a todas las administraciones y empresas, ya que ahí donde existen y se aplican son todo un éxito, en cuanto a prevención de discriminación por razón de sexo y en el compromiso en materia de prevención de la violencia de género, lacra que requiere de la participación de todos los agentes políticos, sociales, económicos, culturales.

Por todo ello podemos decir en este décimo aniversario que ha habido humildes avances, pero insuficientes en grado sumo, y esto debería preocuparnos porque nos jugamos mucho, nos jugamos avanzar en más democracia en nuestra sociedad. No podemos pretender ser una sociedad moderna que se jacte de dar lecciones sobre derechos y justicia mientras la desigualdad entre hombres y mujeres sigue siendo asignatura pendiente y doliente.