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Maite Mercado

Emojistán

Por curiosidad, no sé si antropológica o enfermiza, observaré al «calientabragas» que promete Risto Mejide para el segundo capítulo del estomagante «All you need is love... o no». Con ese título pretendidamente tan ingenioso y el presentador escogido, estaba claro de antemano que poco tendría que ver con aquel «Lo que necesitas es amor» de los noventa. Un Carlos Sobera experimentando en las citas tras su año en «First Dates» podría haber dado ese toque equilibrado entre espectador y cómplice que tenía Jesús Puente.

Sin embargo, este remake de Telecinco solo traduce y versiona el título del programa y usa como atrezo aquella caravana del amor para convertirse en una edición nocturna de MHYV con chicos que envían 'cacas' de peluche del WhatsApp a sus ex.

Las justitas actuaciones de los escasamente veinteañeros provocan la incredulidad total del espectador y cero empatía. Las sospechas de falsedad se confirmaron pronto al descubrir un tuitero que una tal Paula era la misma que, llamándose Leona, fue expulsada en enero del espacio de Enma García «por estar por interés y no por amor». La directora del formato, Pepa Álvaro, y la productora, Zeppelin TV, contestaron: «Créetelo. Te garantizo que las historias son verdad 100%». El arrebato acabó siendo borrado, supongo que para no ser interpretado como un reto para investigadores de mentiras televisivas después de la pillada del doblete Paula-Leona.

Este es uno de esos programas que solo resisto un rato porque me resulta insoportablemente aburrido y asumo que mi falta de conexión debe tener mucho que ver con la edad. Me pasa lo contrario que a Risto, obviamente. «Quién soy yo para hablar del amor», decía, después de haber compartido en las redes su romance con la veinteañera Laura Escanes, con la que se casará el 20 de mayo y que cuenta esta semana algunos detalles de la boda en «¡HOLA!», a quien han vendido la exclusiva.

Él comprende a estos jóvenes y se le notaba a gusto en el plató con Irene Junquera y Raquel Sastre, sus dos escuderas del amor, y David Guapo, que se ha creído definitivamente que es gracioso. Por eso el publicista no se cortó en llamar «calientapollas» a una chica pretendida por su compañero de piso con el que veía películas cogidos de la mano. Pero gracias a las críticas por la palabrita, conoceremos al «calientabragas». Asusta pensar en qué especímenes traerán si sobrevive al duro prime time.

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