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El debate de la nación

Tiene mucho mérito lo que hizo el PSOE el lunes pasado abriéndose en canal ante la mirada y los oídos de los militantes, simpatizantes y público de los medios. Se esperaba el choque de los candidatos a las primarias y hubo suficiente enfrentamiento, más en lo relativo a hechos del pasado, no tan lejano. Ya conocíamos cuáles eran las desavenencias fundamentales y aunque el tercero en discordia, Patxi López, apelaba a no desgarrar más el partido, los otros dos, entre los que se juega la partida de facto, Susana Díaz y Pedro Sánchez, abundaron en sus líneas maestras y en sus ataques y descalificaciones personales.

En los medios y entre los tertulianos ha calado la pregunta que hizo el exmandatario vasco a ex secretario general. «¿Sabes lo que es la nación?». A los periodistas les parece un error que Sánchez se mojara y contestara. Sobre el tema hay miles de libros, cientos de teorías. Los valencianos han debatido esta temática y han ido por diversas vías. Desde la sociología, desde la economía, desde la antropología, desde la historia, las respuestas han sido variadas y contradictorias. El sesgo que el líder y aspirante le da últimamente -«nacionalismo cultural»- parece que les irrita o les parece poco a unos y demasiado a otros, y no diré lo de «nación de naciones» (que le puede gustar por igual a Felipe VI). En diversos grupos políticos valencianos, a derecha e izquierda, este matiz ha prosperado mucho, como una vía a un estadio posterior más realista o más ambicioso, de poder real. El Estado español es quien lo pone en práctica más y mejor y en muchas esferas de su actuación nacional e internacional (¿qué otra cosa es lo de la imagen de España? Tan socorrido por las altas esferas y hasta las empresas del Ibex 35). Es como una coraza o un trampatrojo. Sirve para todo y ampara mucha actividad ideológica. El nacionalismo español es el único que pretende ser transparente y sin contraindicaciones. Es también «un sentimiento» como contestaba Sánchez a propósito del catalán o el vasco.

A pesar de tener una España de las autonomías, y de haber sido reformado el Estatut catalán dos veces y el valenciano encontrarse en esa tesitura (y va para más) no parece que se entienda mucho más que al aprobarse uno tras otro con la fórmula café para todos y los pactos entre diversas fuerzas (no solamente UCD, PSOE, PCE, CiU, PNV ) no ha acabado de cuajar. Las reacciones vienen de todos los ángulos y aparece y reaparece constantemente en los debates y más desde que los partidos catalanes se agruparon en Junts pel sí y derivaron hacia el soberanismo o le independentismo.

López opina que éste no es el debate primordial del socialismo (que lo defina o los distinga de otras corrientes ideológicas) y que plantearlo es enredar y sirve para perder pegada ante los votantes. Pero la toma de posición es clave para diseñar alianzas en un futuro y por tanto definir el modelo de Estado (federal, dijo él). No cree este candidato que su partido se defina por sus alianzas (que son tácticas). Por el debate sobre el debate se ve que lo uno y lo otro van engarzados. Y que ahí se juega buena parte de la partida. Quien sea el candidato/a verá qué le señala el próximo congreso del PSOE, si hay una camino a la izquierda y la lideran.

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