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Después del hazmerreír

Hubo un tiempo en el que me emocioné cuando Salomé, amiga de plató por aquel entonces, me regaló un fragmento del mítico y pesado vestido de Pertegaz, con el que España ganó su último festival en1969. Unos flecos con virutas azules de porcelana, que guardaba con el aprecio del seguidor que había crecido con Eurovisión, como acontecimiento televisivo por excelencia para un no amante del fútbol. Pero todo eso desapareció, la emoción y los flecos, en una mudanza. Hace tiempo que dejé de creer en el festival de la canción de Europa y agregados.

Ya se sabe lo de la calma después de la tormenta, que pasado unos días, nadie se acordará del gallo cuando haya desaparecido de una lista de éxitos, donde apenas estuvo, y cuando lo hizo nunca a la cabeza, nunca estuvo en la cresta. Lo de Manel Navarro, es una más, de una sucesión de catastróficas desdichas musicales pagadas por todos.

400.000 euros concretamente. Amortizados por completo y barato, vistos los resultados y a pesar de una audiencia a la baja. Hay que decirlo. Pero también que ello no significa que las cosas no se tengan que hacer bien.

No olvidemos que el ridículo del chaval, tiene unos responsables que niegan cualquier responsabilidad. Se encuentran en algún despacho de una televisión pública, donde no han sido capaces de entonar la más mínima autocrítica y cuyo desinterés parece estar sujeto al asiento de la peor cara del empleado, público, que no hace más, no se sabe, si porque no sabe o no quiere€

Estoy seguro que si la competencia generalista tuviese en sus manos los derechos de emisión, el filón estaría explotado.

Pero en lo que si que creo es en la televisión y su capacidad de desplegarlo todo, creativa y técnicamente, para ofrecer el espectáculo retransmitido más grande del mundo. Aunque este año Ucrania haya flaqueado en sonido, realización y otros aspectos, Eurovisión tiene un poderío al que no alcanza ni Grammy ni MTV. Al menos siempre nos quedará las risas, Twitter y un calvo, después del hazmerreír€

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