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Europa sin dogmas

Pues por mucho que digan, a mi no me tranquiliza lo más mínimo ver a un representante de la banca de inversiones (esa que hincha el perro y, luego, ya no se la ve cuando ha reventado: las famosas burbujas), a un tipo así, digo, como presidente de Francia. Tampoco me gustaría para los alemanes o para los portugueses, que han ganado en Eurovisión. Aunque Emmanuel Macron parece un tipo astuto: le ha cerrado el paso a Manuel Valls (el gran náufrago) porque sabe que el aspirante no se conformaría con un papel discreto y prefiere no meter al rival en casa: le tendrá en la sala de espera hasta que se confirme que su espíritu neoliberal es puro, íntegro, con indomable voluntad de servicio.

La doble novedad del proyecto europeo consistía en una promesa de prosperidad razonable que no dependiera de la rapiña colonial (de hecho, Europa empieza cuando el colonialismo ya está casi liquidado) y la creación de un espacio de seguridad y libertad (también de movimientos) más allá de las fronteras nacionales. Observamos que el capital se mueve con mucha más libertad que las personas y que dispone de refugios no sólo entre filibusteros del Caribe, sino en países enteros de la UE donde se ofrecen presiones fiscales tan benévolas que no las tienen ni los contribuyentes con los salarios más modestos. A estos obscenos tejemanejes se les llama el pulso de los mercados. O así.

La UE también ha derivado hacia una especie de colonialismo interno en el que ni siquiera hace falta ser negro, moro, analfabeto o gañán para ser sometido a niveles de explotación tan viles que asustarían al propio Adam Smith. Y aparecen, se van y retornan las tentaciones totalitarias, las leyes mordaza, las beatas polacas o el energúmeno de Viktor Orban de Hungría, con la ayuda inestimable de Donald Trump y Vladimir Putin, a la cabeza de dos patrañas políticas hechas de intimidación, realidades paralelas y siembra de miedos constante. Hay que empezar por el principio: perder el miedo y asegurar la primacía de la política por encima de cualquiera dogma. También del neoliberal.

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