Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Susana Díaz, forjadora de líderes

Resulta difícil encontrar un talento maquiavélico, en la política española contemporánea, comparable al de Susana Díaz. La presidenta de Andalucía ha conseguido crear un líder para el socialismo español como no se conocía desde hacía mucho tiempo. Un líder providencial, carismático, que comulga con las inquietudes y los anhelos de los ciudadanos, el único capaz de recuperar para el PSOE el voto de los jóvenes de izquierdas que se han ido en masa a Podemos. Ese líder es Pedro Sánchez, ex secretario general del PSOE defenestrado ignominiosamente por Susana Díaz para así poder abstenerse y darle el Gobierno a Mariano Rajoy.

No es un papel agradecido el de supervillana de la fiesta, pero hay que reconocer que Susana Díaz lo ha cumplido con creces. Tal vez la militancia socialista pudiera disculpar un Comité Federal sangriento, una matanza de San Bartolomé (San Pedro, en este caso) como la que vivieron en octubre para quitarse de encima a Pedro Sánchez. Y podría ser, incluso, que en determinadas circunstancias se resignasen a aceptar la abstención en la investidura de Rajoy. Pero la suma de las dos cosas, y sobre todo que se hiciera la primera (la defenestración de Sánchez) con el indisimulado objetivo de abstenerse en la investidura, se ha revelado insoportable para una mayoría clara de militantes socialistas.

No cabe engañarse: la situación del PSOE es muy difícil. Pero también hay que decir que, desde el punto de vista electoral, es ahora mucho mejor que hace unas semanas, y mucho mejor que si hubiese ganado Susana Díaz, que personalmente nunca me pareció esa líder carismática, idónea para recuperar posiciones en el tablero político español, que algunos defendían (y así lo he dicho, en repetidas ocasiones, en esta columna); pero que, aunque así lo fuera, en todo caso quedó amortizada como posible candidata del PSOE el día en que decidió acabar con Sánchez por la vía sangrienta para así dar «estabilidad» al país, es decir: darle la investidura a Rajoy.

Tampoco es cierto, como auguran los más pesimistas (o más optimistas, si es que quieren que el PSOE quede en las últimas), que ahora vaya a haber una batalla campal en el partido. Porque la victoria de Sánchez ha sido clara, y sobre todo porque la legitimidad del líder socialista es mucho mayor que cuando acabaron con él en octubre. Entonces, Sánchez era un advenedizo, que había llegado ahí sólo por el apoyo de Susana Díaz (recuerden: maquiavélica hasta límites insospechados), y que había obtenido, por dos veces consecutivas, el peor resultado electoral de la historia del PSOE. Ahora, en cambio, es el hombre que se resistió a los poderes fácticos y al aparato de su propio partido, para decirle no a Rajoy, el último líder de la izquierda que logró resurgir de sus cenizas y sin apenas apoyos obtuvo el refrendo de la militancia. Es una figura mucho más incómoda para Rajoy y para Pablo Iglesias que la que representaba Susana Díaz. Con ella, Rajoy tenía la legislatura asegurada e Iglesias podía seguir creciendo electoralmente, ante la constatación de que Podemos era la única opción electoral para el votante de izquierdas. Ahora, en cambio, Rajoy tiene que lidiar con Sánchez (que posiblemente no se ponga a montar votos de censura, entre otros factores porque no tiene la mayoría, pero en todo caso será un líder mucho más incómodo para Rajoy, quien además no le soporta en lo personal). E Iglesias corre el riesgo de que su proyecto de Podemos izquierdaunizado, con tramabuses y propuestas y soflamas tan demagógicas como ineficaces, día sí y día también, se convierta, efectivamente, en Izquierda Unida, a los efectos de su implantación electoral.

La victoria de Sánchez ha sido particularmente clara en la Comunitat Valenciana. Aquí, el presidente Ximo Puig queda en una situación difícil, pero paradójicamente paliada por el hecho de que no fue el único que apoyó a Susana Díaz. Lo hicieron casi todos los líderes del socialismo valenciano, y también la mayoría de los que encarnaban la oposición interna a Puig en el PSPV; así que todos han quedado en cierta medida desactivados... menos José Luis Ábalos, nuevo portavoz del PSOE en el Congreso e insospechada estrella ascendente del socialismo español.

Compartir el artículo

stats