La "nación cultural catalana" de Sánchez ha emprendido el despegue con una ley suprema por encima de cualquier otra norma legal. Si alguien se tomaba a broma a estos sujetos que propugnan el secesionismo con todas las consecuencias y hasta por encima de la mismísima democracia, ahí los tienen. Ya no se trata de una provocación, lo que está sucediendo en Cataluña es el colmo del delirio, y las primeras reacciones frente a él deben buscarse en la propia sociedad catalana fracturada y encogida por las circunstancias adversas que le está tocando vivir por culpa de unos dirigentes irresponsables, dispuestos a cumplir su sueño de orates destruyendo el propio sistema por el que se han regido hasta no hace demasiado tiempo. Obviamente no me estoy refiriendo a los diputados de la CUP, pero sí al resto: los independentistas republicanos y los nacionalistas burgueses que se han embarcado en la aventura separatista para no quedarse atrás, algunos de ellos en una desesperada huida hacia adelante para no tener que asumir las consecuencias de la corrupción practicada durante décadas. El interés que tienen por el derecho a decidir de los catalanes queda demostrado con la brutal patada al Estado de derecho que han perpetrado con su delirante proyecto de ley y la restricción de las libertades y las garantías de los catalanes que no participan de este engendro; con la caza de brujas que han emprendido y el resumen de sus desvarío totalitario: régimen jurídico excepcional, porcentaje de participación mínimo en el referéndum del 1-O y declaración exprés de soberanía. ¿Sigue creyendo Pedro Sánchez que esto tiene que ver con la España plurinacional y cultural?
