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Frente de nacionalismo

Conocí a José Carlos Mainer en la residencia universitaria que ambos compartimos situada en la Travessera de Dalt, próxima al Parque Güell, en Barcelona. Mantuve con él numerosas agradables e interesantes conversaciones que hicieron que, desde entonces, siga sus pasos que le llevaron a la Cátedra de Literatura de la Universidad de Zaragoza, de donde procedía. Con ello, también, los cursos en los que participa y artículos que publica en diferentes medios de comunicación, entre los cuales, el reciente El catalanismo, al microscopio, sobre el libro Nacionalisme español i catalanitat (1789-1859), de Joan-Lluís Marfany, muy apropiado para estas fechas con la ley del referéndum independentista, anunciada por la Generalitat de Catalunya.

Hace unos tres años, en el curso organizado por el Instituto de Cultura Tradicional y el Campus María Zambrano de la Universidad de Valladolid, participó Mainer señalando que «las pulsiones nacionalistas de la periferia tienen el mismo recorrido que las españolas», partiendo de dos obras literarias de alrededor de 1910. Una, la novela de Benito Pérez Galdós, El caballero encantado, con una visión fantástica de Castilla como centro de España, con una presentación alegórica de ambas como una madre que va guiando los pasos del personaje. Y otra, Castilla, de Azorín, con todo un trasfondo político que concierne a la creación de la idea de España. El curso estuvo coordinado por el profesor Luis Díaz Viana, antropólogo, quien, en una de las sesiones, ya advirtió que estábamos viviendo momentos delicados en el planteamiento de cuestiones independentistas, añadiendo: «Esperamos que puedan reencauzarse de la mejor manera para tener un futuro todos, y de todos. Somos un país diverso, que hemos llegado unidos hasta aquí -añadía- y en momentos tan delicados como los que nos encontramos se impone una reflexión, más que una depresión, o un desánimo. Y en ello estamos.

En el reciente artículo de Maine citado al inicio de estas líneas, retoma el tema del catalanismo, que bien conoce, al hablar del último libro de Marfany. Y en él, el enfrentamiento desde finales del siglo XIX de los dos nacionalismos, catalán y español, que considera unidos a estrategias al servicio de hegemonías sociales. Incluso se puede decir que el nacionalismo español fue hecho por catalanes que defendían con el proteccionismo una industria nacional española mientras las mismas fuentes impulsaban, con la renaixença, el nacionalismo catalán. Así, apunta, hay que seguir describiendo la construcción de una burguesía para elaborar la geometría de la catalanidad. Es el frente nacionalista, según los casos, español, y en su tesis, catalán, al servicio de una clase y sus intereses.

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