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Hijos de

Eras niña de largos silencios y ya me querías bien» susurraba Julio Iglesias con su voz de terciopelo. Es una de esas canciones autobiográficas de Julio que han marcado su vida (aunque estarán de acuerdo conmigo que «Lo mejor de tu vida me lo he bebido yo» para su ex Isabel Preyler ha sido su culmen). Se la dedicó a su hija mayor y una de mis mayores musas, Chábeli (¿o era Chabeli?) cuando la moza rondaba la mayoría de edad y había pegado el estirón.

Pero no me negarán que la mayoría de edad más celebrada estos días en la tele y más allá ha sido sin duda la de otra «hija de», Andrea Janeiro Esteban, Andreíta para el mundo. Una niña pixelada que ahora ya puede votar, sacarse el carné de conducir e irse a estudiar periodismo en alguna universidad británica. En su día Andreíta dudó entre la investigación y la criminología, lo que a fe mía es mucho dudar. Como era de esperar, en Sálvame iban a ponerse las botas con la fiesta de cumple de la xiqueta y airear la mala (o nula) relación de la joven con su padre el otrora afamado torero Jesulín de Ubrique.

Pero no, Andreíta ya quiere ser Andrea y le ha puesto las cosas claras a su histriónica madre: «Mamá de mí ya no habléis más». Y así ha sido, Belén ha puesto el cerrojo a este pixelado asunto y sus derivadas familiares al punto de que la dirección de Sálvame ha declarado solemnemente que no va a poner en el programa fotografías de la muchacha.

Bien por Andrea. Una chica lista y faenera que lo que quiere es buscarse la vida (aunque mami pague esos caros estudios), buscarse a sí misma en definitiva, como todos los jóvenes.

Julianín Contreras es un caso bien distinto. Otro chico listo (o tal vez no tanto) dicharachero y ambulante por la condición un tanto disoluta de su madre, la racial Carmina Ordóñez. Un chico marcado por la muerte retransmitida en directo de su mamá y de la que el propio Julián ha sacado provecho. Ahora más que provecho lo que saca es músculo esteroide en instagram. Para alborozo de sus fans adolescentes, Julián se está poniendo cachas. Empezó enseñando un brazo creciente, una bola que prometía. Lo último ha sido una pose que para sí la quisiera el mismísimo Arnold Swarzeneger. Otra manera más anabólica por así decirlo de ser hijo de.

A la serie de gemelitos de famosos (la Baronesa Tyssen, Miguel Bossé, Ricky Martin) se unen ahora las niñas de Kiko Hernández el comentarista-contertulio-broncas de Sálvame. Las criaturas (atienden por Abril y Jimena) han salido con su famoso papá en Diez Minutos (una de ellas en brazos de una maternal Mila Ximénez, quien lo diría. También anda en la portada Coto Matamoros para componer una singular estampa familiar, rollo los Monster.

Preguntado el propio Kiko por qué ha consentido esa portada con sus hijas ha declarado: «Presumo de familia, de hijas y de amigos». En efecto, Mila y Coto parecen completar lo que Kiko llama familia (o amigos, vete a saber). Las gemelitas han sufrido lo suyo las pobres al ser prematuras lo que ha provocado la más tierna de las declaraciones de Kiko, amor de padre subrogado. Aunque no, es la gestación la subrogada en realidad.

Pero para «hijo de» me quedo con Willy Bárcenas, hijo del tesorero trincón y confabulador del PP. Willy junto a su amigo Antón, nieto de Diaz Ferrán (que comparte cárcel con Luis-se-fuerte Bárcenas en Soto del Real) han formado un grupo que encanta a las PPijas llamado Taburete. «Dios los cría y ellos se juntan» se antoja un refrán hecho para la ocasión en este caso y en ambas generaciones. Cuentan por miles sus seguidores entre el comando PAM (Pijos a Muerte). Les aseguro que existen. Tanto el tal comando pijo como el grupete Taburete. Ellos reivindican su talento, su pijerío y llevan a gala ser «hijos de». Lo son, de eso no hay ninguna duda.

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