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Gerontosindicalismo

A los jóvenes les pasa como a los refugiados. Se han convertido en una población de la que políticos, empresarios y sindicatos -en definitiva, los poderes fácticos- hablan en tercera persona. Un sujeto definido como «ellos». Esos ninis que no tienen futuro, esos investigadores que han tenido que emigrar por estar demasiado preparados o esos becarios sin otra experiencia laboral que servir cervezas porque no han tenido ni la posibilidad de estrenarse en su oficio.

No tienen una voz propia. Las políticas que se hacen para salvarles las proyectan sus mayores sin consultarles. Todos dicen querer que a los jóvenes les vaya bien -no pocos tienen hijos- pero a la hora de la verdad la defensa del statu quo prima sobre la renovación y la convivencia intergeneracional. Hoy es impensable una presidenta de la Generalitat treintañera -Joan Lerma lo fue con 31- o un líder sindical con veintitantos.

Ahora que se plantea la reformulación de la Administración valenciana tras veinte años de discrecionalidades, abusos y nefasta gestión de personal se está evidenciando que el papel de los sindicatos está siendo crucial para continuar marginando a los menores de 35 años, cuya tasa de desempleo ronda el 40 %.

Las centrales sindicales han puesto el grito en el cielo por la intención de la Conselleria de Educación de sacar 13.000 plazas de libre acceso. Sacrilegio. El conseller Vicent Marzà pretende que los aspirantes -veteranos y recién licenciados- compitan en igualdad de condiciones. Sin olvidar la experiencia, pero con criterios de capacidad objetivos. Los sindicatos exigen que antes se consolide a los interinos. «No estamos en contra de las nuevas generaciones, pero que no se haga a costa de otros profesionales», defienden. Pero no ofrecen ni una solución para esos jóvenes.

Pasará igual en el acceso a Àpunt donde, pese a la sentencia de la Audiencia Nacional que valida el ERE de extinción, los nuevos gestores -de esa generación de los 50/60 en su mayoría- primarán a quienes tengan a sus espaldas más de veinte años en la extinta RTVV.

En el sector privado las noticias no son mejores y pocas empresas no tienen dos niveles salariales. Los nuevos con eternas becas y contratos basura que los sindicatos obvian en favor de la defensa de sus veteranos compañeros. Luego se preguntarán por qué los menores de 35 años no acuden a las centrales sindicales. Ni a preguntar.

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