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José Sierra

La presencia de CO2 en la atmósfera se dispara

El pasado 21 de abril , la concentración de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera se disparó hasta registros desconocidos hasta ahora, superando el umbral de 410 partes por millón (ppm). Durante años, unos pocos, se consideró que una proporción de 400 partes por millón de CO2 en la atmósfera terrestre era el umbral que nunca debería superarse para no convertir en irreversibles algunas de las dinámicas provocadas por el cambio climático. Desafortunadamente, el umbral se superó ya en 2015 y aunque ayer andaba por 406,5 partes por millón- por lo visto, aunque las mediciones se realizan desde 1974 en un remoto observatorio del archipiélago hawaiano de Mauna Loa, los sensores no son insensibles a los huracanes que con frecuencia remueven la atmósfera de aquella zona-, la tendencia acreditada es que el principal gas de efecto invernadero está cada vez más presente en la atmósfera y , aquí está la negativa sorpresa, según los investigadores, está creciendo a una velocidad de vértigo que no esperaban, aseguran.

Sobre todo si se tiene en cuenta que el CO2 atmosférico se promedió alrededor de 280 ppm desde hace unos 10.000 años hasta el inicio de la Revolución Industrial hacia 1760, cuando aparecieron las primeras máquinas de vapor alimentadas con carbón para la industria textil de Manchester. Más tarde llegó el petróleo y los automóviles y así hasta los 410 ppm actuales.

Si, como se piensa, esta proporción tiene un traslado directo al calentamiento atmosférico, quizá es acertado pensar que también la subida de temperatura de planeta puede sufrir un acelerón. Seguro que hay matices a esta burda equivalencia. Sin embargo, muchos piensan que quizá la noticia, lo que de verdad debería de preocuparnos como ciudadanos del mundo, no es que el señor Trump, fugaz estrella pasajera, decida salirse del Acuerdo de París, sino que quizá los países occidentales no es que fueran poco ambiciosos buscando un pacto, sino que se quedaron muy cortos fijando las reducciones de emisiones de CO2 que requiere la salud del planeta. A lo mejor hay que volver a París ya. Sin ánimo de ser agorero, todo esto del cambio climático, sus precursores como el CO2, y sus consecuencias en forma de temperaturas inusualmente altas que suben año tras año y la intensidad y reiteración de devastadores fenómenos naturales, van creciendo también a un ritmo frenético.

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