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El banco de España y la magia

No tos escépticos que no creen en la magia han recibido estos días una buena cura de humildad al descubrir que el 75 % de las ayudas públicas con las que pagamos el rescate bancario se han volatilizado por arte de birlibirloque. ¡Pam! ¡Desaparecidas! Eso sí que es un buen truco y no lo de sacar conejos de una chistera.

El caso es que, según explicó hace un par de semanas el Banco de España, de los 54.353 millones de euros que invertimos en salvar a bancos y cajas solamente se han recuperado 3.873 y, como mucho, aspiramos a conseguir otros 10.402 millones más.

Claro, una escucha tanta cifra grandilocuente y no puede evitar pensar en lo bien que nos irían esos milloncejos para nuestros centros sanitarios y educativos. O para renovar infraestructuras de transporte, poner en marcha planes de empleo y aumentar las ayudas a la dependencia, las becas o los programas de atención a personas en riesgo de exclusión. Y ahora diréis, «ya viene esta plasta a comernos la cabeza con sus rollos sobre justicia social y sobre emplear el dinero público para mejorar la vida de la gente». ¡Pues no! ¡Ja, os he pillado! Esta vez me he colocado mi gorro de señora contable y he preparado un listado de productos y servicios que equivaldrían al capital que alegremente hemos regalado a nuestras amadas entidades financieras. Por coger un poco de perspectiva, más que nada. ¿No queríais economía real y con los pies en el suelo? Pues ale.

Así, el dinero de ese rescate al que tan generosamente contribuimos se traduciría en unos 836 millones de entradas (del rango más económico) para el concierto que Beyoncé dio en Barcelona el año pasado, aproximadamente 13.585 millones de calcetines estampados con cerezas que he visto por internet, 32.000 millones de bolígrafos molones para la vuelta al cole, más de 41.800 millones de cafés con leche en alguna cafetería cuqui de las que usan palés como elemento decorativo y casi 84.000 millones de cafés de máquina expendedora en un pasillo cualquiera de un edificio cualquiera. Si preferís medirlo en hidratos, tendríamos 15.526 millones de raciones de patatas bravas y 69.000 millones de botes de una marca de garbanzos que venden en mi supermercado de confianza y que esta semana estaba de oferta.

¿Alguien se ha quedado sin papel higiénico en casa? Con lo que nos ha costado rescatar a la banca obtendríamos 27.107 millones de packs ¡con rollos de cuatro capas, menudo lujazo! En el terreno literario, el heroico rescate de las entidades financieras equivaldría a 2.400 millones de ejemplares de la Poesía completa de Alejandra Pizarnik y 2.875 millones de volúmenes de la novela de Marta Sanz, Un buen detective no se casa jamás o de Yo muero hoy, escrito por Olga Rodríguez. Por otra parte, si nuestra unidad de medida fueran los viajes, mantener Bankia y compañía a flote se traduciría en 3.623 millones viajes en ferry de Santa Pola a Tabarca (no vayáis, que es uno de mis lugares favoritos del mundo mundial y me lo masificaréis).

Pero en fin, casi todos esos millones se perdieron como lágrimas en la lluvia. La buena noticia es que la magia existe, solamente debéis buscarla en vuestros corazones o en los informes del Banco de España. Abracadabra.

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