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Somos muchos

Con frecuencia les hablo de nubes, continentes sumergidos y pájaros, pero hacerlo ahora que los ámbitos se cargan de palabras gruesas y amenazantes -y la tendencia del verbo es hacerse carne - y que el riesgo de pasos sin vuelta atrás es muy real, me llena de sentimiento de culpa e incomodidad. Debemos hacer algo quienes tenemos como arma el teclado del ordenador. Este artículo será de muchos, se quiere así. Primero: si como dice Matías Vallés, el Rey tenía el guión de un discurso mucho más conciliador y el Gobierno le impuso el suyo, estamos ante una manipulación indecente de su figura que se justifica por sus poderes de conciliación y arbitraje, en cierto sentido taumatúrgicos pero reales (perdón por el chiste involuntario).

Segundo. Estamos inmersos en una tormenta perfecta con una crisis social causada por el robo a gran escala de bancos y gobernantes agusanados. En una crisis política por desgaste del modelo del 78 y en una crisis territorial en la que los independentistas catalanes se han dedicado al cultivo de una forma de angelismo que desmienten los escraches y señalamientos de quienes no piensan como ellos. Ya basta de sonrientes romerías como si fuera el día del patrón. Romper sin acuerdo ni negociación un estado es como nacer: la mayoría de las veces se adviene entre un torrente de sangre y mierda. El president Carles Puigdemont no es el adorable Winnie the Pooh (gracias Eduardo Jordà).

Tercero. Tenemos un presidente cuyas mejores cualidades consisten en no tener rasgos peores, o sea en servirse en porciones pequeñas y ultracongeladas como la merluza del súper. Propone J.M. Ruíz Soroa de El correo que sea el mismo gobierno del Estado y no Puigdemont quien, de una vez y soberanamente dispuesto a ejercer sus facultades, solo o mediante un gobierno de concentración, convoque -y puede hacerlo- un referéndum con garantías para saber, de verdad, qué piensan los catalanes y actuar en consecuencia, es decir que coja al toro por los cuernos. No sé si pido demasiado, pero ahora estoy más tranquilo.

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