Lo peor de trasladar el Barça-Madrid a la vida real es que los sectores más inopinados quieren marcar goles. La fiscalía catalana se opone a investigar la actuación global de los cuerpos policiales en el día del referéndum, con escenas que estremecieron al mundo. Nada que objetar sobre los tecnicismos jurídicos. El problema surge cuando el ministerio público alardea de plantear un «ejercicio intelectual», para demostrar estadísticamente la escasa incidencia de la «presunta violencia policial». Dividiendo los 844 heridos por los dos millones largos de votantes, obtienen un 0,037 %. Y dado que se registró «un único herido grave»(?), los «afectados por la presunta violencia grave policial» se limitan al 0,000042 %, margen que el fiscal presupone despreciable.
Las matemáticas nos pillan un poco más cerca. El 11M de 2004 fallecieron en un atentado de Madrid 191 personas. Es decir, el 0,00006 % de los habitantes madrileños. Dado que el porcentaje está en el rango negligible de la «violencia grave policial» en el referéndum, no se entiende a qué viene tanto jaleo con la matanza de Al Qaeda. Y la misma ratio se presenta en el 11S, o sea que la caída de las Torres fue apenas un incidente. En su erudipausia calculista, la fiscalía no especifica el porcentaje que justificaría una investigación judicial. ¿El uno por ciento de aporreados, o solo hemos de movilizarnos a partir de un veinte por ciento de contusionados?
Más grave resulta hablar de «un único herido de gravedad». Aunque sea por error, conlleva un desprecio implícito a esta persona, a punto de responsabilizarla de su desgracia. ¿Se está insinuando que no debe investigarse un atentado que «solo» provoque «un único herido de gravedad», al que se debe abandonar a su suerte? De nuevo, conviene aclarar a partir de qué número de heridos de gravedad hay razones para inquietarse. ¿Diez, o se necesitan cien? Puestos a buscar correlaciones, dividan los 844 heridos que cita el fiscal por el número de agentes que participaron, y hallarán un porcentaje más esclarecedor.
