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Sputnik y rock

Cuando llovía mucho y oblicuamente mi padre decía que eso era por culpa de los experimentos de los rusos y los americanos. Normal, aquí la lluvia es una anomalía aunque caiga tan derecha como la plomada de un albañil. Entonces era un niño de los veranos de El Perelló que caminaba bajo un cielo de fuego azul y muros encalados, descalzo y con taparrabos, como un crío etíope y, de repente, los bares, las conversaciones de sobremesa, las batallitas galácticas de nuestros ensueños de parvulario, se llenaron de naves espaciales y cohetes, de canciones de Gene Vincent (que sería el modelo de Bruno Lomas), Elvis Presley y Jerry Lee Lewis, que eran las que sonaban en el picú de las fiestas de mi hermana MariCarmen y sus amigos, de ejemplares del Life, que no sé de donde salieron, y del vuelo afilado del Sputnik.

Hace 60 años. El primer satélite de fabricación humana había alcanzado su órbita en pocos minutos. Las bases americanas en Alemania e Italia ya estaban al alcance de la cohetería soviética: los americanos se echaron en brazos de Franco cuyo único mérito era tener su culo gordo sobre este rabo remoto de Europa. Eso yo no lo sabía, claro, me lo contó, mucho después, un general, muy puesto de medallas y charreteras, nuestra ilusión siempre ha sido vivir de alguna renta, de la geoestrategia si es el caso, ya lo dijo Francesc Pujols, filósofo catalán, con perdón: «Arribarà el dia que els catalans podrem anar pel món amb els "gastos" pagats».

¿Y a qué niño le preocupan semejantes gilipolleces? Yo lo que quería era asaltar el cielo, atacar naves en llamas de Orión y ver brillar los rayos C en la oscuridad cerca de la puerta de Tannhäuser antes de que llegara la hora de morir. Y eso nos lo daba la noria maníaca del Sputnik y una música que no sabía que era rock and roll y que también invita a rodar. Sputnik se llamaría la peña pascuera de mi hermana y me hice del partido ruso ¿Por qué? Porque el Sputnik era una bola acerada y loca con las antenas hacia atrás, como cabellos arremolinados por la velocidad, que se inflamaría tras haber regresado de las estrellas.

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