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Julio Monreal

Chiquilicuatre se reencarna en Don Gato

El Don Gato de la serie de dibujos animados de Hanna Barbera (Top cat en el título original) vivía en un callejón entre cubos de basura y a duras penas lograba comer algo más que una escuálida raspa de pescado. El agente de policía que tenía asignada la zona de su callejón mantenía a raya a aquel tunante felino y a toda su pandilla, siempre dispuesta a distraer algo de alimento y a simular que eran más de lo que en realidad eran.

Fuera de la pantalla, y en la vida real en las calles de València, los gatos gozan de mayor consideración que aquel truhán con sombrero. Hasta el punto de que dentro de poco los policías locales tendrán que prestar servicios a los mininos de la calle y quién sabe si procurarles la comida que les negaba aquel agente desalmado de la serie animada. La construcción o habilitación de una especie de santuario para gatos, un centro de recuperación para felinos de la calle, encabeza de forma destacada la lista de preferencias vecinales en una consulta que el ayuntamiento de la capital mantiene abierta para dedicar siete millones de su presupuesto de 2018 a proyectos directamente decididos por la ciudadanía.

La iniciativa es de la concejala de Bienestar Animal, Gloria Tello (Compromís), quien considera que las 500 colonias felinas de la ciudad y sus pedanías necesitan un lugar en el que los gatos puedan reponerse de alguna herida o enfermedad y sus cuidadores puedan atenderlos, darles de comer y facilitar su adopción. De inmediato, la portavoz del PSPV-PSOE, Sandra Gómez, ha respaldado el proyecto alegrándose de que los ciudadanos sean sensibles hacia el cuidado de los animales. Los representantes del tercer grupo del gobierno local, València en Comú, han preferido no manifestarse sobre la idea hasta que finalice la consulta, en la que se puede participar en la dirección web decidimvlc.valencia.es

En vista de que el santuario gatuno ocupa el primer lugar en las preferencias, con más de 600 votos, muy por encima de la peatonalización completa de la plaza del Ayuntamiento, la instalación de más aseos en el Jardín del Turia o la creación de una línea de autobús de la EMT por la Ronda Norte, el consistorio no tendrá más remedio que erigir el hotel para felinos, un recinto presupuestado en 800.000 euros y destinado a algún inmueble nuevo o rehabilitado en la zona de La Punta.

Son los imponderables de la democracia participativa digital. Un grupo con determinados intereses, o simplemente con alguna inquietud, como los gatos en este caso, se moviliza, utiliza sus recursos y sus conocimientos, se aprovecha de la inocencia del que pregunta y acaba logrando su objetivo, colocando a Chiquilicuatre en Eurovisión. Con la diferencia, en el caso del cantante de la guitarra de plástico, de que su participación no costó más de lo que habría consumido la de cualquier otro aspirante. La indiferencia general o la falta de habilidades digitales de una importante capa de la población, la de mayor edad, hacen el resto. Los integrantes de unas asociaciones de vecinos más necesarias y más envejecidas que nunca, asisten impotentes al rápido triunfo de iniciativas de internet mientras las suyas duermen el sueño de los justos durante años.

València hace bien en ser una ciudad tolerante, respetuosa y acogedora con los animales, pero del mismo modo que uno respeta (y no comparte) la preferencia de los votantes por el hotel para gatos emanado de la democracia participativa digital, se siente en la necesidad de recordar que en las calles de la capital hay gente que todos los días duerme en bancos de piedra al aire libre, y en vestíbulos de cajeros automáticos bancarios sobre cartones; que la Casa de la Caridad se las vio y deseó hace unos años con un grupo de insolidarios vecinos de Benicalap que boicoteaban la construcción de un edificio para albergar a personas convalecientes que no tenían dónde acudir; que todos los días hay desahucios que dejan en la calle a familias completamente desvalidas y que en la capital hay todavía más de 60.000 parados, por poner solo unos ejemplos.

La casualidad quiso que el miércoles pasado compartieran portada en este periódico el proyecto de santuario gatuno de 800.000 euros y los 117 menores de edad con daño cerebral que se han quedado fuera de los programas de mejora de la atención sanitaria.

Para bien o para mal, un servidor creció en una familia del ámbito rural, donde la relación con los animales se puede denominar ‘natural’, frente al vínculo ‘filial’ que se aprecia en las ciudades, donde los niños no saben lo que es una gallina si no es por los dibujos animados o los documentales. Los animales tienen su espacio, muy importante para la afectividad de muchas personas, pero eso no quiere decir que ese sentimiento tenga que ser asumido por toda la población. Ese espacio no puede estar en el mismo escalón que los humanos, no al menos mientras queden ciudadanos pendientes de rescatar de una crisis que ha borrado miles de sonrisas. Los gatos pueblan desde hace dos mil años calles y solares de València, y han sobrevivido todo este tiempo gracias a sus habilidades naturales y a la ayuda de personas que cada día les echan de comer. Seguro que pueden seguir así muchos años más sin necesidad de un hotel felino.La ciencia mediática

El salón columnario de la Lonja de València acogerá mañana un nuevo acto de entrega de los premios Rey Jaime I que la Generalitat y la Fundación Valenciana de Estudios Avanzados libran cada año para distinguir el progreso en la investigación, la economía y el emprendimiento. Este año, la reina Letizia será quien entregue los galardones después de que el rey anulara el viernes su agenda de la semana por la crisis en Cataluña. Más de veinte premios Nobel y especialistas de los distintos campos seleccionan cada año a los receptores de estas distinciones que, pese a gozar de un bien merecido prestigio internacional no logran el reconocimiento popular y social de otros similares, como los que llevan el nombre de Princesa de Asturias.

Desde hace algún tiempo, los promotores de los Jaime I buscan ideas para dar mayor proyección a su fiesta, sin perder de vista que los protagonistas han de ser los premiados en las áreas de investigación básica, economía, medicina clínica, protección del medio ambiente, nuevas tecnologías y emprendedor. Y comentan off the record que en Asturias tienen cierta tendencia a honrar a ‘famosos’ para obtener eco nacional e internacional. Fama y mérito pueden ser compatibles. También en la ciencia, quien se mueve sí sale en la foto.

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