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Lectura de estratos

Hubo un tiempo en que pedías a un taxista que te llevara a Les Corts y el taxista ponía cara de no conocer lo que suponía que era una coctelería fina. En cambio le dabas la referencia de la Casa de los Caramelos y se encaminaba a tu destino con la ilusión de aprender algo nuevo «¿Así que esto son Las Cortes?», decía mientras le echaba un vistazo al Palau de Benicarló. Les Corts se han apoderado de la Casa de los Caramelos, que se estaba cayendo, en plan monstruo de las galletas o niño goloso alemán de Tim Burton en Charlie y la fábrica de chocolate.

Antes, ese palacio, sepultado bajo capas de parcheos, revocos y ruina a cámara lenta, había sido la sede del consejo provincial del Movimiento. Para explicarles a los más jóvenes lo que era el Movimiento, se han de fijar en el conjunto escultórico de las cabras del by pass, que tampoco se mueven. Pues eso, queridos, era el Movimiento. En el verano del 75, convertido yo en proyecto de periodista, me mandaron a una de sus reuniones, donde Pilar Primo de Rivera, que vivía en forma pulverulenta, leyó el mismo texto que presentó en el 57. Lo dijo seducida, sin duda, por el efecto cabalístico de invertir el orden de los numerales. Total que acabó la cosa y se pusieron a cantar el Cara al sol. Me ahorré levantar el brazo porque fingía tomar notas con indomable voluntad de servicio. Eso sí, tuve que hacer como que cantaba.

Hay un momento en que te conviertes en una acumulación de estratos, como un yacimiento púnico. Como le ha pasado a esa montaña de literatura de agitación descubierta en unos trasteros de Manises. Panfletos contra la ministra Cristina Narbona, cuando Zapatero era culpable de todo: del tripartito, la sequía, la disolución de España y el encarecimiento de las gambas. Tal era la malignidad de Zapatero que era preferible quedarse quieto y dejar que pasara. Más de siete millones de euros gastó nuestro amado líder, Francisco Camps, en aquella propaganda pro-trasvase, descorchada o por descorchar, de Agua y Progreso (así se llamaba el invento), y se comprende pues no buscaban agua, sino votos.

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