La mal llamada tantas veces, caja tonta no lo es tanto. Este electrodoméstico se encarga de recordármelo a golpe de entrevista, demostrando el porqué de la necesidad de la tele en nuestras vidas. El domingo comprobé otra vez el poder de la palabra televisada y lo constructivo que resulta escuchar a dos personas que se escuchan y conversan con detenimiento, respeto y todo el sosiego que permite un programa en prime time. Pasaba a dos bandas. En «Salvados» otra lección de buen hacer: Artur Mas (con acento agudo) frente a Zapatero, en una mesa, simple la fórmula y el atrezo, para intercambiar opiniones, tan distantes como enriquecedoras. Al mismo tiempo Risto volviendo hacer lo que mejor sabe, hablar en un sofá y aprender del que se tiene enfrente. Siempre es un placer empaparse de la sabiduría de la Campos. La comunicadora no acostumbraba tener pelos en la lengua pero si le quedaba alguno ya no existe, es lo bueno de la madurez. Pero como lección de periodismo en esa noche, me quedo sin duda con el escalofriante testimonio de Antonio Pampliega, periodista secuestrado por Al Qaeda. Valiente y sincero contando su calvario , me recordó la grandeza de esta profesión.
La tele es lo que es por la imagen en historias y protagonistas, diversos. Y la diversidad es una realidad que no siempre ha estado presente en la cadena de todos. El lunes en «OT» sí. Un beso que parece poco pero es todo. Se lo dio Marina a su novio Bastian que es transexual y eso tan simple, fue enorme al hacer del amor la normalidad. Lo aplaudí como tantos desde casa y recordé cuando hace años, en la primera edición del «talent», Carlos Lozano le preguntaba a algún concursante que qué tal con con las chavalas€ Era la España de Aznar, el amor entre hombres se censuraba y de eso no hace tanto. Que las personas se quieran ya no llama como antes la atención y a veces puede parecer que no, pero en muchos casos hemos avanzado y este beso es un paso gigante€
